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Santiago Silva

Entender un poco la guerra de Ucrania

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"Mientras las tropas rusas ingresan a Kiev, los domos dorados de las catedrales ortodoxas que unen la historia de ambos pueblos mirándolos con dolor, las perspectivas de una derrota rusa en el primer momento de la guerra son pocas."

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Todo va muy rápido. Agotador, pero no extraño en una guerra en las llanuras de Europa oriental y ni mucho menos, la primera vez que la convulsa historia ucraniana es víctima de una tragedia como esta. Sin embargo, para muchos puede resultar todavía confuso lo que está pasando en Europa y las razones que podemos discernir de la guerra que el presidente ruso, Vladimir Putin, desencadenó el pasado 22 de febrero. Veamos algunas cosas que pueden dar luz, al menos, a la comprensión, en momentos oscuros.

La historia de Rusia y Ucrania tiene profundas raíces. Kiev, la capital ucraniana, fue por milenios el centro religioso y cultural de los eslavos cristianos ortodoxos. En diferentes puntos de la historia, Ucrania ha hecho parte del Imperio ruso y por supuesto, hacía parte de la URSS. Los ucranianos se independizaron en los primeros momentos de la caída de la URSS y aunque los lazos culturales son fuertes, rusos y ucranianos en general se consideran como nacionalmente diferentes.

La independencia ucraniana no impidió que la Federación Rusa tuviera mucha influencia en la política ucraniana, y hasta la “revolución naranja” en 2004, esos vínculos no empezaron a romperse. Pero la crisis definitiva vino en 2013 y 2014, cuando las manifestaciones en el Euromaídan llevaron a la expulsión del presidente pro-ruso Víktor Yanukóvich. Las manifestaciones iniciaron por la cancelación de negociaciones para acercarse a la UE y la OTAN, aunque en ocasiones hay diferencias en forma, buena parte de la población ucraniana ha preferido en la última década un acercamiento a Europa, en detrimento de la relación de subordinación que el país tuvo con Rusia hasta el 2014. Vladimir Putin, presidente ruso, recibió a Yanukóvich y lanzó una invasión a la península de Crimea y una operación encubierta en las regiones fronterizas de Donetsk y Lugansk.

Crimea es importante porque la mayoría de su población es rusa y por el importante puerto de Sebastopol, en el que se encuentra la flota rusa del Mar Negro. La anexión fue condenada internacionalmente, pero se hizo poco en términos prácticos para evitarla. A finales de 2020 y durante 2021 la situación en Donetsk y Lugansk se complicó. La guerra de 2014 ha continuado en estas regiones, una insurgencia pro-rusa se enfrentó estos últimos ocho años a las tropas ucranianas. En el centro de este conflicto se gestó la crisis e invasión actual.

El año pasado los rusos desplegaron una gran fuerza en la frontera y la Unión Europea y la OTAN hicieron sendas declaraciones de apoyo a los ucranianos. La diferencia de fuerzas es abismal, las fuerzas rusas triplican, solo en hombres, a las ucranianas y sus capacidades técnicas y militares, como en superioridad aérea, son incomparables.

Ahora bien, los rusos consideran la cercanía de los ucranianos a los gobiernos de Estados Unidos y a la Unión Europea como inaceptable para sus intereses regionales, mientras que el gobierno ucraniano considera imposible mantenerse independiente de Moscú sin el apoyo de Occidente. De igual manera, no es la primera guerra que Putin inicia en momentos en los que su control sobre su país parece enfrentar serias dificultades, la invasión de Georgia en 2007 y de la misma Ucrania en 2014 son muestras de su disposición a usar los conflictos internacionales para solventar problemas internos y potenciales retos al control de su gobierno.

Mientras las tropas rusas ingresan a Kiev, los domos dorados de las catedrales ortodoxas que unen la historia de ambos pueblos mirándolos con dolor, las perspectivas de una derrota rusa en el primer momento de la guerra son pocas. Es improbable que los ucranianos puedan soportar el primer embate del ejército de Vladimir Putin, sin embargo, una eventual ocupación de Ucrania parece predecir una difícil situación para los rusos y cuando las bajas empiecen a sumar y las sanciones internacionales afecten a sus oligarcas aliados, la disposición del pueblo ruso a mantener este esfuerzo puede poner la situación interna de Putin en aprietos. Pero mientras esto ocurre, la guerra será cruenta, sin lugar a dudas.

A todo esto, una aclaración importante. Es muy improbable que el conflicto escale por fuera del enfrentamiento Ucrania-Rusia. La OTAN no tiene obligación, ni alientos, para involucrarse más allá del apoyo provisto hasta ahora y el mismo Putin no puede permitirse más frentes de batalla. A pesar de esto, la tragedia es enorme y los ucranianos, una nación que en ocasiones parecen maldecidos por la geopolítica y la mala suerte, tiene que plantar cara a un nuevo desastre.

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