El urbanismo social de Fajardo: más que vivienda

El urbanismo social de Fajardo: más que vivienda

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En una columna el pasado 13 de noviembre, Julian Vásquez, columnista de No Apto, cuestiona a Fajardo, el matemático y el urbanista (https://noapto.co/el-urbanismo-social-de-fajardo-otro-elefante-blanco/).

En forma efectista, dice: “Fajardo duplicó la deuda de Antioquia” cuando fue gobernador entre 2012 y 2015, pero no cuenta que la Procuraduría en abril y la Contraloría en noviembre de 2023, archivaron la investigación en su contra. En resumen: “los contratos fueron debidamente planeados y analizados desde el punto de vista financiero y legal, tanto los estudios previos llevados a cabo para su firma, así como en el documento final previo a la celebración de los contratos. Asimismo, concluyó que las operaciones de crédito estaban plenamente justificadas, eran necesarias y convenientes para las finanzas del departamento de Antioquia” (El Espectador).

Luego, de forma rápida, acusa de “flojera y superficialidad” los “‘análisis’ del profe” por su reciente libro sobre el “Urbanismo social”, con la facilidad de quien se atrinchera detrás de la palabra y no asume con valor los riesgos que implica ponerla en práctica, pasar a la acción, en este caso, gobernar. El discurso del “Urbanismo Social” (Quinchía, 2011) es acusado por Vásquez de: “consolidar, e incluso exacerbar, una geografía de la injusticia donde el suelo urbano se convirtió en el terreno de juego para llenar los bolsillos de los especuladores y en el cual el beneficio de unos pocos se disfrazó de desarrollo para todos”.

Con el ánimo de propiciar la discusión académica, como lo intenta hacer Vásquez al citar a Fraser, pregunto ¿con base en qué (estudio, investigación, informe, etc.) se puede afirmar que el discurso del Urbanismo Social contribuyó a “llenar los bolsillos de los especuladores”? Para no caer en la “flojera y superficialidad” de la que se acusa a Fajardo, sería interesante conocer los datos y la información que sustentan una afirmación de ese calado. No hago un defensa ciega del Urbanismo Social, porque son innegables las contradicciones (Sánchez, 2017) que rodearon ese discurso, a través del cual se beneficiaron muchos agentes urbanos, pero reducir la crítica a los beneficios que pudieron tener solamente los especuladores, es limitar una discusión sobre la producción del espacio urbano (Lefebvre, 2012) que es mucho más amplia.

Esto se evidencia en la mirada limitada a un sólo ámbito de aplicación del discurso del Urbanismo Social, el de la vivienda. No voy a entrar a debatir las ideas de Vásquez presentadas en ese aspecto, no porque crea que no es posible hacerlo, porque vuelvo y repito, desde una mirada dialéctica de la realidad, es posible también encontrar allí contradicciones. Lo que sí cuestiono es esa crítica parcial a un discurso que tiene muchos más ámbitos de aplicación, como: educación (Colegios de calidad, Parques-Biblioteca, Ruta N, etc.), transporte (infraestructura aledaña a los Metrocables, Metroplus, EnCicla, etc.), salud (Centros de Salud, Hospital Infantil, etc.), deporte (centros deportivos, Unidad Deportiva, etc.), empleo (Cedezos, Parque E), espacio público (Parques lineales, Parques-Biblioteca, etc.), entre otros ámbitos, como seguridad y empleo, por ejemplo, que en conjunto constituyen esas esferas de libertades y necesidades que dan forma al concepto de derecho a la ciudad (Lefebre, Harvey, Castells, Borja, etc.), el cual inspiró la construcción del discurso del Urbanismo Social, entre otros, por Alejandro Echeverri de Urbam de Eafit, coautor del libro que critica Julian.  

Mencioné también obras de la Alcaldía de Alonso Salazar (2008-2011). Lo hice a propósito, porque políticamente ambas administraciones son inseparables y administrativamente, en realidad el nombre “Urbanismo social” no aparece explícito en el Plan de Desarrollo de Fajardo, si no que se va convirtiendo en un discurso aglutinador de las acciones urbanas de la administración, y sí aparece incluido en el plan de la Alcaldía de Alonso (EDU, et al., 2012). De hecho, la política bandera de Fajardo en realidad fue “Medellín, la más educada”.

Yo sé, Julian, que hay muchos aspectos que se pueden criticar al llamado, inicialmente por Fukuyama, “medio milagro: Medellín” y lo que la Alcaldía junto al Banco Interamericano de Desarrollo -BID- intentaron vender como el “Modelo Medellín”, y en particular al discurso del Urbanismo Social y entre otros, a los Proyectos Urbanos Integrales -PUI- que se convirtieron en su principal estrategia. Pero reducir el cuestionamiento que pretendes hacer al Urbanismo Social de Fajardo, a un sólo aspecto, el de la vivienda, cuando contenía muchos más ámbitos de aplicación en los cuales el impacto positivo es evidente (sin estar exento de efectos negativos, como los relacionados con el turismo, por ejemplo) en términos de producción del espacio urbano y de construcción del derecho a la ciudad, entendido en un sentido amplio, ese sí es un argumento “flojo y superficial”.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-felipe-suescun/

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