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Medellín está viviendo una crisis de dignidad. El eficaz e inesperado triunfo de Daniel Quintero ha hecho que cualquier persona, sin importar el poco o mucho mérito, la experiencia, los logros o la verdadera representatividad política, se crea merecedor del cargo público más importante de la ciudad. Ha puesto la vara muy bajita y cualquiera se cree capaz de superarla fácilmente.
El ramillete infinito de precandidatos a la Alcaldía es un claro ejemplo de esto: todos los días aparecen nuevas y sorpresivas candidaturas, algunos conocidos –y quemados- políticos que participaron en elecciones pasadas y otros neófitos exfuncionarios de la administración municipal que, por su paso fugaz y sin gloria en el servicio público, sienten que están listos para liderar una ciudad como Medellín.
Las actuales elecciones locales parecieran disputarse entre un grupo de protopolíticos sin liderazgo vocativo, reconocimiento o capacidad aglutinadora. Ni siquiera la cuestionada administración municipal actual ha decidido quién sería el defensor de sus banderas -y de sus negocios- en una contienda que, claramente, será contra ellos. O eso nos están haciendo creer.
Quintero ha propiciado la indisciplina de su propio movimiento para que varios de sus exsecretarios se lancen como precandidatos a la Alcaldía de Medellín. Entre esos, han saltado como patos al agua el exsecretario de la No Violencia y primo de la esposa del alcalde, la exsecretaria de salud, el exdirector de planeación, el exsubsecretario poblacional de la Secretaría de Inclusión Social y Familia, el exdirector del INDER y la exsecretaria de mujeres. A estos se le suma el exconcejal del Centro Democrático Albert Corredor, salpicado por múltiples escándalos en la Secretaría de Educación. Ninguno con un reconocimiento, legitimidad y valor importante en la historia de la ciudad; pero todos con la esperanza de ser sucesor de quien les abrió la posibilidad de ser alcalde de la segunda ciudad más importante del país antes de que cumplan cuarenta años.
Sin embargo, en los corrillos políticos se rumora que esto sólo es un simulacro de niños. Quintero está poniendo a los polluelos que considera competitivos en el escenario actual, pero tiene un haz bajo la manga si el escenario cambia. Si se concreta la salida de Fico Gutiérrez para la Alcaldía de Medellín tendría que salir un gallo igual de bravo –pero más perverso- que él: Luis Pérez Gutiérrez. Esta sería la explicación a la frase que dijo hace un par de meses: “No voy a ganar las elecciones locales, pero tampoco voy a perder”.
Fico Gutiérrez también bajaría del simulacro a más a de uno que vería en él un competidor imbatible contra el Quinterismo. La contienda pasaría de ser un juego de desconocidos a una pelea de dos figuras con reconocimiento nacional y experiencia política probada. El verdadero juego detrás del juego. Todo esto hace parte del azaroso momento especulativo que es propio de las épocas electorales. Lo que sí es claro es que, con este u otro panorama, la ciudad sigue perdiendo. Ninguno de los mencionados podrá encarnar el liderazgo digno que merece y necesita la ciudad.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/mateo-grisales/