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El Cazapichurrias, los Conos Humanos y las formas de la cultura ciudadana

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Antanas Mockus y Paul Bromberg utilizaron el término cultura ciudadana para definir un programa que buscaba cambiar hábitos relacionados con la convivencia y el cumplimiento de normas, vía autorregulación personal y regulación interpersonal. A los exalcaldes de Bogotá les interesaba una acción pública que contribuyera a la armonización de lo que denominaban los tres sistemas reguladores: la ley, la moral y la cultura. Ambos consideraban que en Colombia había un desfase entre lo que dictaban las leyes morales, las legales y las normas culturales.

El punto que más les interesaba era el asesinato. Si bien el código moral católico lo condenaba, y en el ordenamiento jurídico matar a una persona es un delito, culturalmente estaba muy aceptado. La aprobación de las autodefensas, los paramilitares, la rebelión y la justicia por mano propia habla de un desacople entre los sistemas reguladores.

Las tesis de ambos aterrizaron en las acciones de gobierno de la alcaldía de Bogotá. Allí diseñaron intervenciones que buscaban la regulación y la sanción social. Vimos a payasos como agentes de tránsito, a Mockus bañándose ante una cámara para promover ahorro de agua, y una estrategia de revalorización de la vida con una amplia campaña de desarme. Más allá de la acertada crítica sobre la infantilización de la ciudadanía a la que apelaban estas acciones, lo cierto es que el enfoque de cultura ciudadana se propagó. En Medellín, en Cali y en la misma Bogotá gobiernos que sucedieron a Mockus intentaron realizar cosas similares.

En Medellín se hizo el Cazapichurrias: un personaje construido por Sergio Valencia e interpretado por el maravilloso Emilio Alberto Arango que salía a “cazar pichurriadas”, a buscar ciudadanos que estaban teniendo comportamientos incumplidores y a tratar de persuadirlos a través de la regulación. En Bogotá, varios años después, la alcaldía de Enrique Peñalosa desenterró los payasos de Mockus y los convirtió en Conos Humanos. Queriendo replicar la regulación social, Peñalosa sacó a la calle servidores disfrazados de conos viales para sancionar a los mal parqueados.

El problema con las segundas partes es que buscando el éxito inicial tergiversan el sentido de las acciones y casi siempre terminan en un Frankenstein. Los Conos Humanos increpaban a los ciudadanos que estaban incumpliendo las normas de tránsito (algo que no aparecía en las ideas de Mockus). A las personas no les gusta que las regañen y pueden reaccionar mal. Uno de los conos terminó dándose puños con un ciudadano al que estaba abordando. Un servidor de la Secretaría de Cultura Ciudadana de Bogotá cascando a un motociclista en la vía pública. La pesadilla de cualquier dependencia de cultura ciudadana.  (https://www.elcolombiano.com/colombia/video-de-la-pelea-del-cono-con-motociclista-en-bogota-YC6589364)

Los avances recientes en los estudios del comportamiento han permitido otras maneras de promover cumplimiento de normas, de reinterpretar y reeditar los instrumentos de Mockus y Bromberg. Las normas sociales y los pequeños empujones son teorías que amplían la caja de herramientas de los gobiernos que aspiran al cambio cultural. Los payasos siendo agentes de tránsito, el Cazapichurrias y los Conos Humanos son acciones que ponen el énfasis en los comportamientos incumplidores. La principal dificultad de esta decisión es la paradoja del efecto no deseado: se termina promoviendo, sin quererlo, lo que se quiere modificar. Si yo veo en la televisión local que mi ciudad está llena de pichurrias que no cumplen las normas, de mal parqueados o de payasos que tienen que insistir en que los carros paren en el semáforo cuando se pone en rojo, asumo, inconscientemente, que la mayoría de las personas no cumplen las normas.

Los hallazgos en normas e influencia sociales señalan que el comportamiento del grupo de referencia es determinante de la conducta individual. Siendo así, nos comportamos a partir de lo que pensamos es el comportamiento de los demás. Si creemos vivir entre pichurrias, lo más seguro es que terminemos comportándonos como una. Ante esto, algunas estrategias recientes de cultura ciudadana han decidido tener como foco los comportamientos cumplidores, para tratar, desde allí, de establecer normas sociales de cumplimiento de normas. Medellín está llena de ciudadanos como Vos y Medellín es como vos son ejemplos de esta forma de promoción de cultura ciudadana.

Impulsar transformaciones culturales requiere de una revisión constante de las herramientas que se utilizan. En la acción pública las certezas son muy pocas y la forma más sincera de actuación es la prueba y el error. No hay una fórmula para cambiar comportamientos, ni para que las personas cumplamos las normas. Se requiere entonces combinar distintas alternativas, evaluarlas, y si es el caso, intentar otra forma. Determinar si necesitamos o no Cazapichurrias o Conos Humanos.       

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-pablo-trujillo/

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