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La semana pasada la Corporación Acción Técnica Social a través de su programa de reducción de riesgos y daños “Échele Cabeza” fue señalada en el debate twittero — que a veces es más bien bulla indignada­— de hacerle apología al consumo de drogas. La polémica surgió por un pantallazo tomado de un artículo publicado el 15 de febrero de 2022 en el que se afirmaba que drogarse es atractivo. (https://www.echelecabeza.com/por-que-drogarse-es-sexy/).  

El texto hacía referencia a una afirmación de Carolina Sanín en su programa de entrevistas en el Canal Capital mientras hablaba con el entonces representante a la Cámara Juan Carlos Losada. La escritora dijo en su momento que “drogarse era profundamente atractivo para la cultura occidental” y que “la droga le parecía sexy” describiendo bellamente la imposibilidad de acercarse al mundo de una persona que consume sustancias, a ese no lugar que conlleva el estado psicoactivo.

En ese momento el enjambre indignado acusó a Sanín de ser una promotora de la perversión y sugirió que la condena debía ser acabar con aquel programa corruptor de la sociedad colombiana. Ante ese pedido, Julián Quintero, Daniel Rojas y María Alejandra Medina escribieron un artículo que problematizaba las principales afirmaciones de la turba digital iracunda y aportaban datos que sustentaban la tesis de que la droga, efectivamente, le resulta atractiva a las personas.

El pantallazo de ese artículo enfureció de nuevo a cierta parte de Twitter Colombia. Acusaron a Échele cabeza de trivializar y de volver­— como si tuvieran ese poder y Hollywood y demás productos culturales no hubieran hecho ya el trabajo— la droga en algo sexy. De promover el libertinaje y la degeneración social. Pero sí, aunque sea problemático y algunas personas consideren el consumo condenable moralmente — o a lo mejor precisamente por eso— las sustancias psicoactivas son profundamente atractivas. Preguntarse por ello y tratar de ubicar algunos porqués es una buena forma de entender los consumos problemáticos, su abordaje y prevención.  

Antonio Escohotado en Historia General de las drogas hace una reconstrucción de los usos que históricamente los seres humanos le hemos dado a las sustancias, de cómo la intoxicación y la alteración de los sentidos con fines religiosos, sociales o recreativos es rastreable en las primeras formas de socialización humana. Wade Davis documenta los usos de las plantas alucinógenas en las comunidades indígenas de América Latina.  Los productos culturales han acentuado esa curiosidad, ese encanto alrededor del consumo de drogas. Alex DeLarge, Mia Wallace, Elvira Hancock, Patrick Bateman, Sick Boy, los protagonistas de Coffee and Cigarettes y una larga lista de personajes representan situaciones de elegancia, prestigio y seducción alrededor del consumo de drogas.

La molestia twittera con Échele Cabeza coincidió con un hecho fundamental para el cambio de enfoque en la política de drogas. La Comisión de Estupefacientes de la ONU —con el liderazgo de Colombia y el apoyo de cerca de 60 países— reconoció al enfoque de reducción de daños como una política válida para la “lucha contra las drogas”. Esto supone que por primera vez en 50 años esta Comisión acepta algo diferente a la criminalización y la persecución. Cambiar la política de drogas requiere de frases ingeniosas y atentas como las de Carolina Sanín y Échele Cabeza. Mientras se mantenga la moralina del consumo de sustancias va a ser muy difícil que se consolide una forma alternativa de hacer las cosas que nos saque del pantano de la guerra contra las drogas.                

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-pablo-trujillo/

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