En Medellín, desde septiembre empieza a sonar la pólvora de diciembre.
El domingo 7 de septiembre, día del partido clásico del fútbol antioqueño, Medellín-Nacional, desde las 2:00 p.m. en los alrededores del estadio, y seguramente en otros barrios de la ciudad, empezaron a sonar voladores, totes y otros artefactos pirotécnicos. Lamentablemente, pude observar cómo ascendía un volador que por poco entra al balcón en el que estaba, y segundos después ví cómo caía muerta una tórtola al suelo. Si la pólvora que escuché el domingo se debía a un partido de fútbol, no me quiero imaginar la cantidad de estruendos que voy a escuchar en noviembre, diciembre y enero.
Me pregunto y quisiera preguntar al alcalde Fico Gutiérrez (@FicoGutierrez): ¿qué está haciendo y qué hará la Alcaldía de Medellín (@AlcaldiadeMed) este año para controlar el uso de la pólvora durantes las festividades de fin de año? ¿Hay algún proyecto o campaña que busque reducir el número de lesionados por el uso de artefactos pirotécnicos? ¿Vamos a repetir la historia de todas las navidades en las que desde noviembre, y en especial desde la alborada del 1 de diciembre, empezamos a contar el número de lesionados por pólvora?
Ojalá este año no ocurra como decía El Colombiano (@elcolombiano) en un artículo en 2024: “las administraciones se acostumbraron a salir del asunto con alguna campaña a última hora; algunas vallas en las calles o algún video en redes sociales en víspera de la infortunada alborada, cuando ya el conteo de quemados va en alza día tras día”. Las principales lesiones causadas por la pólvora obedecen a quemaduras, laceraciones, contusiones, fracturas, amputaciones, daño ocular, daño auditivo, y afectaciones a las vías aéreas y el abdomen. A estas tendríamos que sumar las muertes por explosiones graves, así como las secuelas psicológicas (ansiedad, depresión, estrés postraumático en víctimas y familiares).
Ahora, las únicas consecuencias del uso de la pólvora no son las relacionadas con la salud humana, también debemos mencionar aquellas sobre el medio ambiente, la salud pública y la economía. Contaminación del aire (liberación de dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno, partículas finas y metales pesados), en una ciudad que se caracteriza por este problema; ruido (contaminación acústica que afecta a la fauna silvestre y doméstica), como el ejemplo de la tórtola que mencioné y el sufrimiento que genera en las mascotas: miedo, huida, accidentes, pérdida de hábitat e incluso muertes de especies sensibles. Impacto en la convivencia (quejas por ruido, conflictos vecinales) y afectación a grupos vulnerables (mayor riesgo para niños y adolescentes). Aumento en los costos relacionados con la salud pública (atención médica, cirugías reconstructivas, rehabilitación, prótesis, etc.); pérdida de productividad laboral (por incapacidades permanentes o temporales); incremento en los gastos familiares (tratamientos, medicamentos, secuelas a largo plazo).
En Colombia: “se prohíbe totalmente la producción o fabricación, la manipulación o uso y la comercialización de artículos pirotécnicos o fuegos artificiales que contengan fósforo blanco”. Sin embargo, la pólvora detonante, fabricada con fósforo blanco (ilegal) es responsable, en mayor proporción que la legal, del número de lesionados. Reitero una propuesta sobre la cual vengo insistiendo: que el estado regule, e incluso promueva, el uso de la pólvora legal, aquella que no contiene fósforo blanco o clorhidrato, para la cual existen en Colombia empresas legalmente constituidas. Se busca promover el uso de la pólvora de luces que es legal y trae menos consecuencias para los seres humanos y los animales que la detonante, de tal forma que este incentivo contribuya a un cambio de comportamiento en nuestra cultura alrededor de los fuegos pirotécnicos.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-felipe-suescun/