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Hoy en día se ha visto el mundo del emprendimiento como el camino “fácil” para ser próspero. Cada vez más, los estudiantes universitarios terminan sus estudios y, casi de inmediato, tienen un emprendimiento para iniciar su camino emprendedor, pues creen que así serán ricos. Ahora bien, con esto no quiero decir que todos los emprendedores jóvenes hayan emprendido por eso; no está mal que ese sea su motivador.
En lo personal considero que, cuando emprendemos, podemos estar motivados por cualquier cosa, incluyendo lo económico que a veces se sataniza tanto. Lo que me preocupa es que, en muchos casos, se ve el emprendimiento como el camino fácil, ya que abundan noticias de emprendedores que levantaron o vendieron su compañía por X cantidad de dólares.
Este tipo de noticias, que son muy importantes para el ecosistema emprendedor y para el país donde están ubicados estos emprendimientos, spueden enviar un mensaje equivocado a la audiencia, toda vez que podría mostrar que emprender es fácil y que con una simple idea se puede ser multimillonario. Sin embargo, estoy completamente seguro de que existen 10 veces la cantidad de historias de personas que no lo lograron, que se quebraron, que recibieron NO de todos los posibles inversionistas, y más experiencias que pocas veces se comunican.
Recientemente, en el curso de The Startup School de Y Combinator (la aceleradora más importante del mundo) escuché un capítulo realizado por Dalton Caldwell y Micheal Seibel (dos cracks del emprendimiento) en el que conversaban un poco sobre por qué ser emprendedor era importante, planteando la reflexión acerca de los riesgos que corrían las personas a la hora de emprender.
Dentro de los riesgos estaba, según ellos, la gestión de la frustración, especialmente porque la gran mayoría no lo lograba. Incluso, decían que todos los emprendedores en Silicon Valley estudiaban cuáles eran los casos de éxito de levantamiento de capital y se preguntaban por qué no estudian los casos de fracaso. Estudiando estos casos no sólo iban a desaprender y a corregir cosas para no incurrir en los mismos errores de otros, sino que empezarían a reconciliarse con la idea de que el fracaso es una posibilidad y un riesgo a la hora de aprender.
En ese sentido, creo que cobra valor mostrar los casos de fracaso, reconocer que el camino del emprendedor es difícil, y estar dispuesto a que el fracaso puede ser una opción. Desaprender lo que no funcionó y utilizarlo para potencializar tanto al emprendimiento como al emprendedor, y saber que el camino puede ser largo. Cuando reconocemos esos riesgos y los aceptamos como tal, el camino del emprendedor sí podrá allanarse y ser un poco más fácil.
Promovamos con orgullo aquellas noticias de emprendedores que no lo lograron. Contemos historias de aquellos emprendedores que recibieron muchos NO como respuesta. De esa manera tendremos emprendedores mucho más resilientes y, particularmente, no generaremos falsas expectativas.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/daniel-restrepo-2/