Hace algunas semanas, proponía aquí algunas ideas en relación con la importancia de la comprensión procedimental de las elecciones para un nuevo Congreso de la República que tendremos el próximo 13 de marzo. Lo sigue siendo. Para ello será clave seguir conversando sobre las reglas formales de participación democrática a la que estamos invitados en esa fecha. Pero lo sustancial no es menos importante. En los últimos días, ha empezado a aparecer la pregunta que se hace recurrente por estas fechas: “a vos que te gusta la política ¿por quién hay que votar al congreso?”.

La conformación del nuevo Congreso será clave en la definición de la gobernabilidad o la posibilidad de ejercer control sobre quien luego en junio sea electo como presidente y llegue en agosto a conformar su gabinete de gobierno. Por eso, para todas esas voces que ven con temor la próxima elección presidencial, la participación este 13 de marzo debería ser prioritaria. La elección de un candidato, además de su experiencia y sus propuestas, que dé cuenta de la comprensión de las competencias del órgano que aspira a conformar y que no prometa imposibles, debería tener en cuenta ese criterio de apoyo o control de las opciones presidenciales que se consideren como posibles o de las que se desconfíe desde ahora.

Ese último criterio surgió de una conversación que inició con esa pregunta de por quién voy a votar al Congreso. Y me hicieron caer en la cuenta de la importancia de entender con qué gobiernos posibles ese candidato a la Cámara o al Senado, estaría en disposición de conformar una bancada de gobierno en el Congreso, y con quienes claramente estaría en la bancada de oposición y control a su gobierno. Ese último criterio, nunca lo había tenido en cuenta, pero los casos recientes, por traer algún ejemplo cercano, de las bancadas divididas en el Concejo de Medellín donde concejales electos de partidos de oposición terminaron apoyando a un Alcalde para mantener privilegios poco transparentes, demuestra el riesgo que se corre incluso en partidos y movimientos políticos que se declaran como oposición, cuando sus candidatos electos están en disposición de transar con aquellos a quienes sus votantes esperarían que hagan oposición y ejerzan control político.

En el libro “Cómo mueren las democracias”, Levitsky y Ziblatt plantean que “las democracias pueden fracasar a manos no ya de Generales, sino de líderes electos, de presidentes o primeros ministros que subvierten el proceso mismo que los condujo al poder”. El cuidado de la democracia va más allá de la preocupación por el golpe de Estado o de la toma armada del poder. “Desde el final de la guerra fría, la mayoría de las quiebras democráticas no las han provocado Generales y soldados, sino los propios gobiernos electos. (…) En la actualidad, el retroceso democrático empieza en las urnas”.

Haga el ejercicio con sus candidatos para la Cámara de Representantes y para el Senado de la Republica. Identifique a qué gobierno nacional electo apoyarían y si es eso lo que usted espera de ellos. Pero también revise si tuvieran lo necesario para ejercer con firmeza una actividad de control sobre aquellos gobiernos en los que usted no depositaría su confianza. Para la democracia es esencial el control sobre quien ejerce el poder político. El cuidado de la democracia no es solo de ellos, empieza por nosotros al momento de elegirlos como representantes nuestros para el cumplimiento de las funciones legales y constitucionales de esas corporaciones.

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