Creerse las mentiras

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La lista es larga, pero quizá la mentira más llamativa que los medios de comunicación estadounidenses han encontrado en la persona del representante a la cámara George Santos gire alrededor de la muerte de su madre. Primero, Santos señaló que su mamá había muerto durante los atentados el World Trade Center de Nueva York en 2001, luego dijo que, aunque no murió en el atentado, murió “como consecuencia de los ataques”. Las investigaciones de varios medios determinaron que no solo no murió en los atentados, sino que estaba viva al menos, hasta el 2016. Y que en 2001 vivía en Brasil.

Santos fue electo como representante a la cámara por el tercer distrito de nueva York en 2022. Su juventud y extraordinaria vida lo habían convertido en una de las estrellas emergentes del partido republicado. Pero la avalancha de acusaciones que ponen en duda sus afirmaciones respecto a educación, trabajo y en general, experiencia vital, lo tienen en medio de un enorme y extraño escándalo. Santos parece haber creado toda una persona ficticia para lanzarse y hacerse elegir al congreso estadounidense. Sus mentiras incluyen historias familiares, casi siempre forzadas para vincularlo con elementos emotivos importantes de la historia estadounidense (además de la historia de su madre, Santos afirmó tener ascendencia judía y una familiar sobreviviente en el holocausto), relatos sobre su propio éxito personal, como su fortuna falsa creada a través de negocios inmobiliarios, o su asistencia al prestigioso Baruch College, y su estelar participación en el equipo de voleibol (un coqueto detalle), que la institución educativa ha negado.

De una manera, Santos creó una representación de lo que un candidato, particularmente republicano, tiene que ser para ganar una elección en Estados Unidos. Un reflejo esquizofrénico de los deseos de los votantes. El hijo de migrantes que se hizo a pulso, con dinero, educación prestigiosa y una vida y familia en el centro de los acontecimientos del país. Una ficción lejana de su condición de hijo de migrantes con problemas legales en Brasil y una historia de defraudación local en caridades para animales en Nueva York. Si lo que calificáramos en este caso fuera la capacidad para “leer al votante”, Santos es un magnífico estratega político.

Su caso tendrá ocupados a los medios y a las autoridades estadounidenses por varios meses y aunque podría verse como una simple curiosidad, lo interesante es que a pesar de que la historia de Santos siempre fue inverosímil y que las señales para dudar de ella siempre estuvieron ahí, miles de personas votaron por él. Hay algo que más allá de lo estrafalario de este episodio me mortifica: las mentiras que estamos dispuestos a creer durante las elecciones y que estamos dispuestos a creerle a nuestros políticos.

Hay una especie de delirio colectivo que se apodera en ocasiones de nosotros en medio de una competencia política y electoral. No solo los asesores recomiendan “correr la línea moral”, las personas parecemos ser más aceptables de lo que en otro contexto veríamos como engañoso, exagerado o directamente mentiroso. Por eso algunos los políticos nos cuentan historias embellecidas, nos proponen imposibles y al final los votamos. Es otro pacto ficcional. En las películas aceptamos que los superhéroes vuelan y las parejas viven felices por siempre; en elecciones creemos propuestas estrafalarias, historias emotivas y fotos de desayunos en el Tricentenario. La mayoría de nosotros dirá que no, que nosotros no, que somos impermeables a esos trucos, pero la evidencia solo señala lo vulnerables que podemos ser a manipulaciones en medio del estado de exaltación y euforia que supone una elección. La prudencia supone reconocer también nuestros límites.

Precisamente si pensamos en el futuro cercano, este año tendremos elecciones locales y regionales en Colombia. Miles de candidatos a las alcaldías, consejos, gobernaciones y asambleas de todo el país intentarán conseguir votos para lograr un cargo de elección popular, y aunque hay muchas prácticas no persuasivas de concretar apoyos electorales, la mayoría de estas personas usará discursos, mensajes y campañas de comunicación para presentarse como la mejor alternativa para los votantes.

Sería conveniente insistir en una cucharada de escepticismo a sus historias.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/santiago-silva/

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