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Arrancó la Copa América y mi feed de Twitter se llenó de latinos quejándose de no poder ver la competición sin tener que pagar una suscripción extra a su paquete de cable.

En Colombia sólo pueden verse de forma gratuita 6 partidos del torneo, ya sea por Caracol o RCN. Y no somos los únicos, en Brasil el gigante TV Globo transmite 6 partidos por su canal gratuito de deportes SporTV, mientras que el resto van por su canal deportivo de pago. Lo mismo pasa con Telefe de Argentina que solía compartir mercado con TyC, y los clásicos Fox Sports e ESPN; ahora DirecTV tiene los derechos para la transmisión exclusiva de la mayoría de partidos. También sucede en Chile, dos cadenas transmiten 6 partidos y el resto van por DirecTV; de hecho, DirecTV tiene los derechos para la transmisión de todos los partidos -la mayoría en exclusivo- en otros 4 países suramericanos incluyéndonos, en el resto existen otras cadenas con exclusividad.

Ver en los canales locales y de forma gratuita la transmisión de todos los encuentros, es hoy un recuerdo que se desvanece. En esto no somos los únicos, la mayoría de países de Latinoamérica tienen la misma historia.

Sintonizar los encuentros no es lo único que se ha vuelto un producto de lujo, cada vez son más para quienes es impensable ir a un partido. Que la competición se haga en Estados Unidos es tan inteligente como injusto.

Como mercado potencial, Estados Unidos es un país jugoso para la CONMEBOL, lo que explica por qué además de ser el actual anfitrión, se le esté considerando para serlo también en la siguiente edición. Los números son demoledores, mientras que los estadios utilizados para la competición de este año pueden recibir 60 mil hinchas en promedio, los estadios utilizados en Chile 2015 y Argentina 2011 tenían una capacidad de 26 y 41 mil asistentes respectivamente. Cuando la siguiente opción es vender 20-40 mil tiquetes menos, la decisión se toma a ojo cerrado. En nuestra región, sólo Brasil podría prometer el mismo potencial pues los estadios usados en 2019 tienen también una capacidad promedio de 60 mil espectadores.

A pesar de los gran capacidad de los estadios, para muchos es simplemente imposible ir a un partido. Entre los países participantes, sólo los ciudadanos de Canadá y Chile pueden entrar a Estados Unidos sin visa. Entre el resto de países participantes no existe casi ninguna restricción de ingreso, exceptuando Canadá -que tiene las mimas que Estados Unidos-.

Pero el problema en sí es de plata. Después de pagar el valor de la visa y los pasajes, sigue la boleta. Cuando salieron a la venta, la más barata -para un partido de fase de grupos- costaba 57 dólares, hoy eso equivale en promedio a casi el 15% del ingreso mensual de un hincha en la mayoría de países del torneo*. Para ir a la final, a precios de lanzamiento, había que gastar al menos el salario de dos meses.

La verdad es que el fútbol es un producto de entretenimiento y su mercado es acaparado cada vez más por quienes más dinero tienen, que casi siempre son también los que más caro cobran. Pareciera que poco a poco el deporte -al menos al nivel de naciones- se convierte en un lujo para el consumo de los más privilegiados. Esta copa sienta un precedente por ser la Copa American, un torneo diseñado para recaudar fondos al extremo aunque esto saque del camino a millones de hinchas amantes del deporte y apague las vibrantes atmósferas por las que nos caracterizábamos.

*Promedio del salario mínimo entre países participantes descontando los valores extremos: EE.UU, Canadá, Argentina y Venezuela.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/pablo-estrada/

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