Llevo días reflexionando sobre esta pregunta: ¿cómo hacer para evitar otra guerra? Este que es el propósito al fin y cabo de Naciones Unidas que desde 1945, después de la segunda guerra mundial, nació para evitarlo, no hay duda de que fracasó. Desde esa fecha la humanidad ha sufrido más de 250 conflictos armados y 20 genocidios que suman más de 20 millones de víctimas.
Claramente la clave parece que no está en esos espacios burocráticos donde funcionarios muy bien pagados hablan de geopolítica con mucha propiedad. Los vetos, los “ques ques” para justificar los bombardeos y las presiones económicas propias de un mundo globalizado y dependiente de los demás, no permite ni que estalle la tercera guerra mundial, pero tampoco que se eviten conflictos con muertos y dolores de esa magnitud. ¿Como se pueden defender de su mala gestión? No lo veo.
Pero más allá del fracasó de la política internacional pública y de su muy conocida incapacidad o “falta de dientes” para sancionar; creo que evitar una guerra va más allá de Naciones Unidas y sus funcionarios, considero que es un asunto de todos y que es un ejercicio bastante cotidiano.
Habría que empezar a pensar cómo se llega hasta ahí, como es posible que se elijan mandatarios que lanzan misiles con drones para asesinar niños, mujeres y civiles inocentes; y un montón de profesionales que los aplauden e incluso les dan las claves para hacerlo de manera más eficiente. Que le tiene que estar pasando a una sociedad que tolera la violencia a esa escala y además se hace la de la vista gorda o peor, vive de esa vergüenza o solo la analiza con el precio del dólar.
Parece que el problema es igual al de cualquier tipo de violencias, va subiendo de tono sigilosamente y cuando ya nos damos cuenta y abrimos los ojos, es demasiado tarde; el horizonte está lleno de resplandores de bombas que caen estrepitosamente sobre ciudades y los niños que sobreviven quedan huérfanos y mutilados.
¿Cómo hacer para detectar a un violento antes de que llegue a ser un genocida? ¿Antes de que logre tener un pedacito de poder? ¿cómo aprender a gestionar conflictos, inevitables por cierto, de manera pacífica? ¿cómo aprender a ser un profesional ético que sea capaz de hacer ver a un líder que está enloqueciendo de poder y de odio? ¿de dónde sacar el coraje para confrontar sin maltratar?
Diría que primero debemos ser mucho menos tolerantes con la violencia como única forma de resolver diferencias, primero por integridad y segundo por inteligencia, ningún conflicto ha sido resuelto en la vía de las armas, de los gritos o de los golpes.
Nuestros gobernantes no son más que el reflejo de lo que somos o de nuestras maneras de relacionarnos; por eso tienen permiso para ser genocidas, ladrones, hipócritas y mentirosos. Nuestras pequeñas violencias son el alimento del que viven las guerras, son el permiso social para justificar masacres. Y nadie tiene derecho a violentar de ninguna manera a causa de una diferencia, de un conflicto. No hay violencia pequeña, ni mentira piadosa, ni robo menor.
La forma de evitar una guerra no es hacernos “más fuertes” y armarnos. Cuando un país invierte en armas, invierte en guerra que es lo opuesto a la paz. ¿Es comprensible? Tal vez cuando ya todos tienen los dientes afuera y el dedo puesto en el botón de la destrucción total. ¿Pero esa es la salida? Obviamente no, esa es la última de las acciones que además es la demostración final del fracaso social.
Además de no tolerar la violencia, habría que empezar por entender que el conflicto es natural e inherente a las relaciones; hay que aceptarlo. Es apenas obvio que cuando convivimos entre tantos, con intereses tan disimiles, vamos a tener diferencias. Las sociedades más avanzadas no evitan el conflicto, lo gestionan sin matarse, sin violentarse. Nadie tiene toda la razón, ni ganará todas las negociaciones. Es tan obvio que frustra demasiado que no se comprenda. No hay que ir a grandes escalas políticas para verlo. Sucede en las familias, en las parejas, en los negocios, en los colegios, en todas partes. Pero estamos demasiado congestionados, demasiado furiosos. La gente está bastante “maleducada”, cree que puede decir a todo “eso es mío” y pegarle al amiguito para quitárselo. Nos vemos ridículos honestamente.
Por último, además de bajar la vara de la tolerancia a la violencia y de aceptar que habrá conflictos, también hay que sancionar socialmente en lo más cotidiano todo aquello que sea violento y tomar acciones personales que sumen a una vida pacifica en sociedad. Y cuando digo tomar acciones me refiero a realmente hacerlo, no a pensarlo y dar cátedra y después no hacer nada.
En mi caso decidí apagar la radio nacional y no leer los medios de comunicación que son una vergonzosa batalla campal y que en vez de fuentes de información son escenarios donde la gente se grita, se ridiculiza y se interrumpe. Decidí también irme de lugares de trabajo en los que la gente se da codo violentamente para llevar la razón y donde se celebra a los violentos ascendiéndolos en la “cadena alimenticia”, como si se tratara de ser mejor depredador. Me alejé de parejas que solucionan las dificultades con violencia emocional y se justifican. En la familia y los amigos decidí que no existe la menor posibilidad de que me peleé por un asunto político, que me da igual si alguien es uribista o petrista, porque entendí que eso es solo su manera de pensar y nada más; más bien me fijo en que hacen, como tratan a los demás. Cerré X porque no había manera de que su algoritmo me diera paz mental y; aunque sé que el problema no es de la red sino de la gente, esa gente habla así en ese lugar, entonces simple, no voy a ese lugar.
¿Es apatía? No lo es, es salud mental, quiero tener una mente sana, integra, ética, armoniosa y ser un lugar seguro para mi familia y para mi entorno; así que no me dejo de informar, pero no lo hago ni con medios violentos ni con conversaciones maltratadoras. No me he perdido de nada y he ganado demasiado. Creo que la guerra se evita así, de acción pacifica en acción pacífica. De pequeñas decisiones que no alimenten la máquina de la guerra.
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/juana-botero/