Black Mirror y Byung Chul Han

Black Mirror y Byung Chul Han

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La temporada 3 de Black Mirror, y en general la serie, plantea un futuro distópico caracterizado por las variaciones relacionales que introducen los avances tecnológicos. En “Nosedive” —traducido como “Caída en picada” — es posible identificar referencias a la obra de Byung-Chul Han, en particular a sus conceptos de control y positividad.

“Nosedive” describe una sociedad regida por un sistema de escalafones sociales.     Las personas que habitan esta comunidad están determinadas por la aprobación de los demás, extendiendo una analogía con lo que sucede actualmente en redes sociales como Instagram o que incluso se ha desarrollado parcialmente en gobiernos como el chino. La comunidad en la que habita Lacie, protagonista del capítulo, es en palabras de Han “un infierno de lo igual”, en el que las personas viven en un mundo plagado de símbolos que evocan transparencia en el sentido literal de la noción: los lugares son completamente iluminados, el vestuario es siempre de colores pastel, y las relaciones están trazadas por la positividad.

Cada uno de los habitantes que aspiran a un mejor resultado en la escala social, deben adoptar un sistema de prácticas equivalentes que los homogeniza, siempre trazado por la transparencia y la positividad. En ese sentido, excluyen cualquier agente de negatividad que ponga en riesgo su estado de cosas positivo, y utilizan las redes sociales como único modo de realización: existo en tanto soy transparente, elimino mi esfera privada, y publico hasta el detalle más pequeño de mi vida. Mi relación con el mundo es posible cuando soy un producto que se expone, un producto de consumo. De ahí por ejemplo que, en una de las escenas del episodio, el asesor que contrata Lacie— una especie de coach de vida para el consumo— resalte su actividad diaria en redes sociales.     

La positividad es la llave para subir en el rango social propuesto en Nosedive, y de ese modo, es también un mecanismo para eliminar cualquier tipo de negatividad. Esto se nota cuando el compañero de trabajo de Lacie termina con su novio, y automáticamente recibe una serie de malas calificaciones. También es evidente cuando la protagonista cae en picada en el sistema de jerarquías al rechazar ese exceso de positividad en el que está sumida su sociedad y empieza a decir malas palabras. Cuando Lacie maldice a la operadora del vuelo en el aeropuerto comienza su descenso sistemático en la escala social, en tanto en su sociedad la negatividad se suprime de tal modo que no se acepta ninguna situación problemática o contenciosa.

Al ser la aprobación el rasgo fundamental de las relaciones sociales se despliega un autoritarismo de lo positivo, un sistema de control como lo sugiere Han a lo largo de su obra. En esa medida, los personajes se presentan como agentes libres de coacción externa, como sujetos con plena autonomía, en los que no media ningún tipo de restricción externa. Sin embargo, los cambios que han sufrido los dispositivos de poder luego de la transición del capitalismo de producción, al capitalismo de consumo, suponen una relación de control distinta, ya no determinada por la violencia o la coacción.

Esta manifestación de domino novedosa supone según Han, un poder inteligente que no necesita de grandes aparatos de coacción, o grandes estructuras de encierro como en la sociedad disciplinaria. Todo lo contrario, requiere de una sutileza e imperceptibilidad que mantenga la sensación de libertad latente, de modo que el sometido se entregue sin ningún reparo.

Cuando Lacie afirma hacia la mitad del capítulo: “no puedo vivir a mi libre albedrío” hace referencia una situación de control, que es tanto externa como interna. En Lacie operan dos estructuras de vigilancia concretas: una interna que refiere a la coacción de sí misma, y una externa que responde al sistema de control que supone el régimen de calificaciones. Cada persona con la que convive la protagonista de este capítulo es un agente de control tanto de sí mismo, como de los demás. El panorama que propone el episodio es entonces, de un control bipartito, pero alejado de estructuras rígidas de dominación, o al menos tradicionales al modo de la sociedad disciplinaria.  La supresión de la diferencia en busca de una especie de eugenesia de la felicidad y el consumo obedece a las dinámicas de una comunidad cuyo control descansa en la psicopolítica. Parece que Charlie Brooker creador de Black Mirror ha leído a Byung-Chul Han, o al menos, sus referencias a la sociedad de consumo y las tecnologías de la información están en línea con el pensamiento del filósofo surcoreano.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-pablo-trujillo/

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