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Andrés Preciado

Aparecieron los medios de comunicación

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Es muy grato ver que en Colombia aparecieron los medios de comunicación de corte nacional vigilantes y que cuestionan el poder político central. Esto es una ganancia indirecta que ha generado el recientemente posesionado presidente Gustavo Petro.

Y digo que es una ganancia reciente porque es satisfactorio reconocer que tanto a nivel televisivo, radial y de la prensa se ha abierto un nuevo abanico de posiciones en relación con la forma de cubrir, cuestionar y divulgar la información que se produce en la Casa de Nariño, con un tono menos complaciente para el establecimiento representado por la Presidencia de la República y más enriquecedor para el sistema político colombiano.

Es notorio el cambio: ahora se cuestionan cosas que pasaban por nimiedades, contratos y nombramientos que usualmente solo se mencionaban y que hoy se van cargando de un significado que indaga por su sentido, por su pertinencia e idoneidad. No es menor que por momentos las principales editoriales, columnas y mesas de debates se sintieran perdidos y desubicados, que Petro ganara el poder presidencial sin duda significó para muchos de la dirigencia y máximas figuras periodísticas que los descolocaran en sus formas y maneras de acercarse al poder, ya no como cercanos en busca de exclusivas sino como amplificadores de información de interés que debe ser sometida a verificación y análisis.

Pero el avance en la calidad de los medios y el cambio en su posición, otrora complaciente, no puede opacar dos hechos que se han hecho evidentes: que el rasero periodístico con el que se mide al actual máximo mandatario de los colombianos es sin duda más alto que aquel con el que se medía a sus antecesores, no solo al más inmediato, en primer lugar. Y, en segundo lugar, puso en evidencia que la posición ideológica de los medios es relevante, y debe ser abierta y clara para permitir al público curar el tipo de actores a los que le dan audiencia.

En este último aspecto falta mucho por avanzar, aunque los mismos medios se están dando cuenta de su falta de amplitud ideológica y tratan de corregir el asunto recomponiendo sus equipos de información o análisis, esta es una de las razones para las que en Blu Radio, por ejemplo, se incorporara recientemente un analista nuevo a la mesa de discusión de las mañanas (Luis Ernesto Gómez).

El país necesita medios de comunicación de calidad que expanden su horizonte del mecanismo de financiación vía pauta pública e incluso lo descarten de plano por la presión editorial directa e indirecta que puede significar. En esto es clave que el buen periodismo independiente sea más la regla y no la excepción quijotesca. Por supuesto que apuestas como la de Razón Pública y La Silla Vacía deben perpetuarse, pero no es deleznable buscar que el listón de calidad suba en todos los medios, especialmente en aquellos con mayor capacidad de permear rincones inhóspitos del país, desprovistos del cubrimiento de una red de internet amplia y eficiente. Esto incluye también a aquellos que han sido adquiridos por grupos económicos con filiaciones políticas claras.

Es grato ver que los medios de comunicación cada vez cuestionan más, analizan con más detalles y se interesan por las movidas de poder de los grandes contratos, pero también por el flujo de contratación más amplio y menos llamativo que es un botín de corrupción potencial igual o mayor que el de los mega contratos de infraestructura. Para llegar a la calidad de cubrimiento y cuestionamiento mediático que estamos comenzando a apreciar era necesario que llegara Gustavo Petro a la presidencia e incomodara políticamente a su dirigencia, en adelante lo que los usuarios debemos exigir y premiar con audiencia es que esta actitud se mantenga, incluso si volviera al poder el espectro político de la derecha, que es claro que le era más cercano y amigo.

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