He venido siguiendo las conversaciones que has motivado alrededor del momento que vivimos en la ciudad. Compartimos algunos puntos, otros no, pero es más lo que me une a tus posiciones que lo que me separa.

Ambos sabemos que Quintero no es la causa de una crisis, es una de sus consecuencias. Esto no lo exculpa de hacer un gobierno divisorio, poco transparente, mentiroso y servil a intereses que no son los de Medellín, pero es claro que la crisis ni empezó con él ni terminará sin él.

Algunos amigos me dicen que no estamos en crisis; otros, que, aunque hay una, no debemos romantizarla. Yo creo que sí estamos en crisis, que empezó hace muchos años y que las primeras consecuencias de ésta se están viendo en este gobierno, pero se pueden ahondar en los próximos si no hacemos nada para enfrentarla y potenciar todas sus posibilidades.

La ciudad está carente de relato. Hay dos globos que se estallaron y de los que no salió más que aire: el “Modelo Medellín” y “la alianza Universidad-Empresa-Estado”. Si le preguntamos a un joven de entre 20 y 30 años sobre estos, digamos, “conceptos”, no saben qué significan, si es que acaso les importan. Podemos irnos hacia un rango etario mayor y pasa lo mismo. Lo que antes se presentaba como una forma general de comprensión, ya no nos dice mucho.

Creo que el trabajo hecho por tantas personas valiosos durante décadas fue -y es- muy importante; no se puede desconocer, además de que debe ser tenido en cuenta y replicado en algunos aspectos, pero pareciera que esto al final nos dio más ego que consciencia.

Todos somos parte del problema y de la solución. Creo que es vital aceptarlo para poder comprender qué nos hizo falta en el rumbo que quisimos darle a la ciudad y qué hay que hacer para que el camino hacia adelante tenga sentido. Hoy el ethos colectivo, aunque existe, no nos habla o no lo comprendemos, y el propósito es muy diferente según la persona o la institución a la que se le pregunte por éste. No se trata de atropellar la diversidad, pero es necesario encontrar una causa común que compartamos para que avancemos por caminos de encuentro colectivo.

Alonso, creo otra cosa: estamos hablando los mismos con los mismos. Los diálogos avanzan poco porque partimos de diagnósticos similares o porque reeditamos interpretaciones de lo público y lo privado que se están quedando atrás. Hay que recoger la sabiduría común de tantos hombres y mujeres que han dado mucho por Medellín, pero será fundamental convocar nuevas voces. Eso no implica partir de cero; es, simplemente, darle un timonazo a un barco que navega pero que parece que no llegará a puerto seguro si se sigue manejando con las mismas coordenadas con las que zarpó bien hace unos años.

Hermano, ¿qué hacemos? Has venido alzando la voz en el momento en que, tal vez, más te necesitábamos. Yo estoy listo para aportar a la construcción de ese relato, a convocar más personas con voces diferentes que nos volteen la cabeza para tener visiones que, es posible, no hemos tenido y que nos darían unos lentes distintos para mirar el contexto y las formas de hacerle frente. Medellín nos necesita siempre, pero más ahora.

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