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El planeta no puede sostener por mucho tiempo una sociedad permeada por el placer inmediato y el egoísmo. No hay posibilidad de darle cabida a tantos mundos separados.
Es imprescindible desarrollar la capacidad de ser parte de algo más grande que nosotros; de entender y cuidar los intereses de los otros; de percibir el valor que hay en las diferencias; de saber renunciar y ceder a esos primeros impulsos.
Todo eso lleva práctica, que además se dificulta porque todo alrededor pareciera incentivar lo contrario. Se magnifica la recompensa inmediata y se le pierde valor a los esfuerzos que logran las grandes cosas.
Lo más triste, es la debilidad y dependencia que eso genera, pues nos estamos dejando controlar por estímulos externos, que poco o nada tienen que ver con lo que realmente somos o queremos. Pero como la mayoría ni siquiera se pregunta esas cosas, es fácil caer en lo primero que va llegando, sin muchos filtros o preguntas.
Ahí es donde la disciplina y el autocontrol tienen sentido, que en principio parecieran tener el efecto contrario, pero que bien entendidos y trabajados, son la clave para la libertad verdadera. Pues, al estar guiado por una motivación mayor y al tener esa posibilidad de responder a los estímulos que van llegando, desde diferentes posiciones y, de manera especial, desde lo que hemos elegido ser, ahí ya hay libertad.
Caer en el vórtice del placer es muy fácil, salir es muy difícil, pues se han dejado sobre otros las posibilidades de control y de decisión. Además, el placer nunca tiene suficiente, por lo que va a estar siempre buscando más para poder satisfacerse.
Es por eso que para vivir en una sociedad armoniosa con todo ser vivo, se necesita tener esa buena dosis de cooperación, generosidad y comunidad. Algo que no me cansaré de repetir es que eso nace de cada uno y no hay posibilidad de que otros hagan el trabajo por nosotros. Ya nos dimos cuenta de qué consecuencias trae eso.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-perez/