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Andrés Preciado

Medellín: lo ganado en décadas se pierde en meses

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"Lo más difícil de este dato es la constatación de que el relato público de ciudad se ha resquebrajado en peleas políticas intestinas que nos han hecho perder el rumbo."

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Hace unos días la organización Medellín Cómo Vamos presentó los resultados de la Encuesta de Percepción Ciudadana de la ciudad en el año 2021. Los resultados prenden varias alertas importantes para los debates públicos y ciudadanos en muchos aspectos de la calidad de vida.

La percepción ciudadana no es un asunto sencillo de entender teórica o conceptualmente. Su comprensión mezcla asuntos de distintas disciplinas como la estadística y todas las ciencias sociales desde la economía, la sicología hasta la ciencia política. Es realmente un tema enrevesado que por ello mismo crea bandos en la interpretación por disputas que van desde la forma de preguntar hasta el análisis que se hace con los resultados. Por ello no es nuevo que ante una publicación de este tipo se susciten controversias.

Justamente por lo difícil de asir que resulta la percepción de los ciudadanos la herramienta más eficaz de los investigadores es la persistencia: preguntar de forma parecida año tras año, asegurarse de conservar los aspectos metodológicos para no alterar la forma e intentar ser lo más claro posible con los encuestados. Las series de tiempo largas en años ofrecen las mejores oportunidades para hacer buenos análisis y en este aspecto gana la información de Medellín Cómo Vamos para el contexto local.

Analicemos entonces una de las alertas más importantes que presenta este informe: el retroceso en la percepción que tienen los ciudadanos del estado general de cosas en la ciudad. Ante la pregunta por si considera que las cosas en la ciudad van por buen camino el 45% de las personas encuestadas consideraron que sí, 23% menos que en el 2020 (68%) y por primera vez desde 2006 por debajo del 50% (el mejor año fue el 2008 con el 88%).

Lo más difícil de este dato es la constatación de que el relato público de ciudad se ha resquebrajado en peleas políticas intestinas que nos han hecho perder el rumbo. No tenemos un proyecto común de ciudad y no vemos que el etos colectivo marche en una dirección esperanzadora, un requisito indispensable para tener proyectos conjuntos, pero además para mantener el arraigo y el orgullo, detonantes de cultura cívica (el 83% de los encuestados contestaron que se sienten orgullosos de Medellín como un lugar para vivir, 5% menos que en el 2020; y el 80% dijo sentirse orgulloso de la ciudad, en general).

Una parte relevante del progreso colectivo en las ciudades está explicada por la capacidad de identificación y apropiación de los habitantes de esa ciudad con lo que ella misma representa. Este arraigo se puede dar de varias formas, por una historia colectiva, por el hecho de nacer en ese lugar, por las oportunidades que de ella han recibido. Una de las diferencias históricas de cultura ciudadana entre ciudades como Medellín, Cali o Bogotá está centrada en eso, en la capacidad de identificación de los ciudadanos con el lugar donde viven y cómo esto los puede movilizar en acciones prosociales que van desde no tirar basura en las calles hasta compromisos más fuertes como el pago efectivo de impuestos o la solidaridad común en situaciones de crisis y calamidad.

En Bogotá se perdió parte de ese arraigo, señalan muchos porque es la ciudad de todos y de nadie, pero hubo momentos diferentes en las mejores épocas de los gobiernos de Mockus donde lograron detonarse cambios culturales importantes de la mano de un proyecto colectivo en lo público y del compromiso cívico en lo privado jalonado por la pertenencia a la ciudad.

Medellín no puede perder este activo, construido con años de esfuerzo en torno a la idea de ciudad como un lugar para habitar ejemplificado en frases de recordación como la de la tacita de plata, y que en meses parece desmoronarse ante bandos políticos que usan narrativas de guerra, luchas de clases y élites para afianzar su estatus de poder y consolidar una posición ventajosa sin importar que es la ciudad la que queda herida luego de las batallas políticas egoístas que algunos parecen querer dar a ultranza.

Medellín tiene que ser el proyecto colectivo de todas y todos.

Nota: Un agradecimiento especial a Medellín Cómo Vamos y las organizaciones que la financian y mantienen a flote para desarrollar este tipo de ejercicios fundamentales para el debate público informado. Para profundizar en el informe de Medellín Cómo Vamos comparto el siguiente enlace: https://www.medellincomovamos.org/medellin-va-por-mal-camino-encuesta-de-percepcion

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