En julio regresé a Medellín después de dos años sin vivir allí, y un año desde la última visita. Tuve una fractura de corazón: la sentí desconocida, aunque la mayoría de las cosas siguieran ahí. La vi más llena, con más trancones y muy costosa.
Un té chai me valió $13.000, por dar un ejemplo simple. Como ahora vivo en una ciudad del midwest estadounidense, hice el cambio a dólares: menos de cuatro, lo que no me parecería tan horrible donde vivo con mi sueldo de estudiante.
Pero es que los habitantes de Medellín no ganan en dólares.
Yo me tomaba un té diario cuando vivía allá: eso significa que necesitaría casi $400.000 pesos al mes. No era una necesidad básica, pero me hacía feliz para el resto de la tarde de trabajo.
Esta semana se consolidó un dato: Medellín es la ciudad más cara para arrendar vivienda en Colombia, según un informe del Banco de la República. Supera a Bogotá, la capital, la que uno decía: pero es que en Bogotá es muy caro, yo por allá no voy. Pues ahora la brecha puede alcanzar hasta un 25 por ciento.
El problema es grave porque a los habitantes de Medellín no les alcanza para vivir en su ciudad. Los sueldos y las condiciones de vida no corresponden con lo que se publicita: la inversión extranjera, el turismo que deja dinero, el auge inmobiliario. ¿A quién le alcanza para comprar vivienda? ¿A quién le alcanza para vivir en Medellín? Todavía tengo amigos periodistas a los que les pagan menos de 3.000.000 de pesos, que puede valer, según una revisión rápida, un arriendo en estrato cuatro.
Supongo que es el círculo vicioso del capitalismo: los que se quedan con todo el dinero que entra son los de siempre, ya ricos, que no se dan cuenta de la ciudad costosa porque ellos tienen con que pagar.
Hace quince años estuve en Edimburgo, Escocia, y hubo una cosa que agradecí: la gente que conocí tenía que vivir con roommates, y con varios, en general, y en cambio en Medellín era entonces posible vivir solo. Ya sabía, sin embargo, que la vida estaba diseñada para estar en pareja: mi sueldo de entonces no me alcanzaba para comprar casa sin alguien más.
Ahora, sin embargo, todo se ha complicado: la independencia es más difícil, se trabaja para pagar un arriendo, el sueldo no alcanza. ¿Con cuántos hay que casarse para rentar casa? ¿Y para comprar?
Tener donde vivir es de las cosas más básicas. De acuerdo con Numbeo, una base de datos en línea que recopila información sobre el costo de vida en las ciudades del mundo, una persona soltera necesita 2.292.000 pesos mensuales para vivir en la ciudad de la eterna primavera sin contar el alquiler, y pues ya lo dijo el Banco de la República: Medellín es la más cara para eso. Según Numbeo, el salario promedio neto es de 2.140.222 pesos.
El rumor de que la ciudad está costosa (y no solo para arrendar) es de hace rato. Quizá desde que el turismo empezó a crecer tanto y los extranjeros a verla como un lugar maravilloso y barato para ellos que vienen con una moneda con la que pueden comprar muchos pesos.
La pregunta es simple: qué está haciendo el gobierno local, cuáles son las políticas públicas para proteger a los ciudadanos, para regular los arriendos, que la inversión extranjera se redistribuya mejor, que no haya que salir corriendo.
Porque sí creo que hay cosas que como ciudadanos podemos hacer, como no subirnos a los precios altos de los arriendos. Si tenemos un apartamento, pues hay que alquilarlo a precios justos. Puede sonar tentador recibir más dinero, pero vivir en sociedad también es ser menos individualistas.
Eso por empezar a hacer algo, que pueda llevarnos a cosas más grandes, a unirnos (como María Antonia da ejemplos de otros países en su columna Medellín, ciudad imposible: ¿qué hacemos?). Lo que pasa es que no es suficiente y los esfuerzos tienen que ser más grandes: desde el gobierno, las empresas, los más ricos, los líderes…
Y se está haciendo tarde para actuar, antes de que sea un agujero negro que nos trague.
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/monica-quintero/