Al gobernador de Antioquia las cosas no le están saliendo; por ejemplo, la famosa vaca que tenía como meta un billón de pesos, se hizo agua; la tasa de seguridad, goza de muy bajo recaudo y, si continúa con esa actitud, en un mes podrá tener otro traspiés y el Área Metropolitana del Valle de San Nicolás también quedará en buenas intenciones.
Con una victoria de quienes se oponen a esta figura asociativa, se perpetuarán más los desequilibrios territoriales. El crecimiento del Valle de San Nicolás requiere de un ente supramunicipal que tramite los asuntos de planeación estratégica y articulación institucional para que el crecimiento urbano —que se dará con o sin Área Metropolitana—, sea sostenible, equilibrado y ordenado.
Mientras para los municipios que participan en la conformación del Área Metropolitana hay recursos garantizados, Marinilla se queda en la trastienda de la acción departamental. Suficiente con revisar notas de prensa reciente donde se anuncian inversiones para los municipios del Valle de San Nicolás, mientras Marinilla parece quedar castigada mirando la pared.
Todos estamos de acuerdo en que está muy mal que un presidente —como lo hace Petro— condicione recursos para alcaldes y gobernadores de acuerdo a sus filiaciones políticas. De modo que ese comportamiento tampoco puede ser aceptado si lo hace un férreo opositor.
Para la ciudadanía es más importante la concertación que las tarimas. Si se cumple la profecía de quienes promueven el ‘no’ de ganar en 6 de los 8 municipios el próximo 9 de noviembre, esperen el trino de Petro celebrando una derrota de Rendón —porque
tampoco sería una victoria del presidente—.
Tanto la descentralización fiscal, como el futuro de estas figuras asociativas entre municipios tienen que ver con un tema poco atractivo para el electorado, pero fundamental para avanzar en la racionalización del proceso administrativo, de manera que el Estado sea eficiente en la adjudicación de recursos y funciones.
Ahora bien, es claro que no sirve de nada descentralización si los recursos son distribuidos en el orden departamental con criterios caprichosos y discrecionales; como tampoco sirve incentivar asociatividad territorial, si se promueve división política.
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