Fue un acto de fe

Para escuchar leyendo: La Tierra del olvido,Carlos Vives.

Por estos días, en los que volvió Colombiamoda, vuelven también las luces, las pasarelas, las conversaciones de industria, los discursos de sostenibilidad y las celebraciones mediáticas. Pero detrás del espectáculo —y más allá del “evento de ciudad”—, hay una historia que merece ser contada una y otra vez: la de quienes, cuando Medellín se caía a pedazos, decidieron quedarse, arriesgar, inspirar y construir para superar el caos. La historia de quienes, en los años más violentos de Colombia, imaginaron que la moda podía ser más que un lujo, y que Inexmoda podía ser algo más que una feria. Podía ser una forma de creer en el futuro.

Alicia Mejía, pionera incansable de ese sueño colectivo, es un nombre que no se debe olvidar. En los años 80, cuando en Medellín campeaba la muerte, el miedo y las bombas, ella —junto a un grupo de empresarios y visionarios— decidió apostar por algo tan improbable como organizar una feria de moda. No en Bogotá, no en Miami, no en París. En Medellín. En la ciudad que, por entonces, muchos evitaban pronunciar en voz alta.

Lo que se tejió desde entonces no fue solo un evento comercial. Fue una declaración de amor por la ciudad. Colombiamoda nació como acto de resistencia, sobre todo como un acto de fe. Como una forma de decir: aquí seguimos, aquí creemos. Mientras unos blindaban sus oficinas, ellos montaban vitrinas. Mientras otros se iban, ellos abrían puertas. Mientras el país hablaba de narcotráfico, ellos hablaban de textiles, de diseño, de innovación, de crear industria.

Inexmoda ha sido, por más de tres décadas, uno de los símbolos más fuertes de la Medellín que no se rindió. De esa Medellín que entendió que la industria también es política, que el trabajo también es cultura, que el vestir también es identidad. Fue una plataforma que ayudó a reposicionar la imagen de la ciudad en el mundo. Pero más importante aún: ha sido un espacio donde se tejen redes de confianza, de creación, de colaboración.

Hoy, con Colombiamoda 2025, la ciudad vive otra versión de sí misma. Ya no somos la Medellín estigmatizada de los 80, pero tampoco somos ya el milagro que el mundo celebraba hace algunos años. Seguimos siendo una ciudad en disputa: entre la creatividad y la desigualdad, entre la innovación y la exclusión, entre los discursos de progreso y las realidades de los territorios. La Medellín que cumple 350 años sigue siendo esa cuna de ambivalencias a la que le cantara Gonzalo Arango.

Por eso es importante recordar el origen. Porque si Colombiamoda tiene sentido hoy, no es solo por su impacto económico o sus cifras de asistencia, sino porque lleva en su ADN el ejemplo de una mujer valerosa e innovadora y su lección de valentía civil. La lección de que en los peores momentos no basta con sobrevivir: hay que imaginar. Hay que proponer. Hay que quedarse.

Alicia Mejía —quien en su sencillez nunca ha reclamado protagonismo— representa esa ética silenciosa del compromiso con lo propio. Esa forma de liderazgo que no necesita estridencia, pero que deja huella. En tiempos de egos inflados y marketing vacío, su legado es una brújula moral: hacer, creer, persistir.

La semana que pasó, entre desfile y desfile, entre networking y cocteles, tiene que dar espacio también para agradecer. Para reconocer que lo que hoy disfrutamos es fruto de decisiones valientes tomadas en tiempos oscuros.

Yo, por ejemplo, que no entiendo de modas, celebro y me enternezco siempre cuando empieza Colombiamoda, o cualquiera de las ferias de Inexmoda. Lo hago con profundo sentimiento de gratitud, por que la obra de doña Alicia y de quienes la acompañaron ha sido siempre, y sobre todo, un acto de fe en Medellín, y en todos sus hijos.

Ánimo.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/santiago-henao-castro/

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