Para muchos el 5 de septiembre de 1993 es una fecha más en el calendario, pero para los que nos gusta el fútbol en este país es una fecha inolvidable, puesto que es la fecha en la que Colombia venció cinco a cero a la selección argentina, quien por esa época era la campeona de América y subcampeona del mundo. Este es un evento que todavía resuena en los anaqueles de la historia futbolística y que le vendió la idea al país de hacer un gran mundial en Estados Unidos 94, en un momento donde las pocas noticias buenas eran mucho más sonoras. Sin embargo, como nos ha pasado muchas veces, y no sólo hablo de fútbol, nos quedamos en lo que pudimos haber sido o hecho, o en palabras coloquiales, nos quedó faltando un centavo para el peso.
Para muchos, ese partido cambió la historia del fútbol colombiano al hacer más visibles grandes jugadores como Carlos Valderrama, Faustino Asprilla, Andrés Escobar, entre otros, pero al mismo tiempo puso sobre los hombros de aquella selección el peso del favoritismo, el de la esperanza y una falsa idea de haber logrado algo importante que en menos de un año nos dio un golpe de realidad al ser eliminados sin pena ni gloria del mundial.
Al ver la realidad futbolística del país reciente, y específicamente de la selección Colombia, no puedo dejar de pensar en esa “hazaña” del 93 y aquel equipo que prometía tanto, y compararla con la de hoy, que ha sido también una promesa por lograr cosas más grandes. Puedo decir que hoy se tienen buenos jugadores sin ser la mejor selección Colombia que he visto, y muestra de ello es que fue capaz de llegar a la tercera final de copa América en más de 100 años y enfrentar nada más y nada menos que a la actual campeona del mundo, la Selección argentina de Messi.
Pero al ver los últimos partidos, y el último de nuevo contra Argentina en el estadio Monumental, como aquel 93, no me produce más que dudas, tristeza y decepción, al estar “felices” por un empate con Argentina. ¿Qué nos pasó? ¿A dónde se fueron las ganas de ganar de hace un año? ¿Acaso nos pudo de nuevo la idea de haber logrado algo? Estas y otras preguntas me vienen a la cabeza y me recuerda muchos comentarios que he escuchado acerca de nuestra falta de preparación mental, de nuestra inmadurez, de la falta de procesos de mediano y largo plazo que permitan dar continuidad y aproveche de mejor manera el talento que se tiene en el país. Sí, tenemos a Luis Díaz que puede ser el equivalente de Faustino Asprilla en aquella selección de los 90s, pero no deja de ser una excepción, un chispazo de magia y no el resultado de proyectos deportivos ordenados y con proyecciones al futuro, ofrezco excusas al hablar sólo de fútbol, lo hago porque es el que se ha apoyado más, pero soy consciente del hecho que para las otras disciplinas deportivas se pone más cuesta arriba.
Lastimosamente, el fútbol no es lo único que me recuerda la década de los 90s, y es que se presentan eventos similares como el atentado por parte de un menor de edad en contra de Miguel Uribe, similar a lo sucedido por allá en 1990 en contra del candidato presidencial Bernardo Jaramillo Ossa. Hechos que sin lugar a dudas no deberían continuar haciendo parte de nuestra realidad. Matarnos entre nosotros no soluciona nada, por el contrario, terminan siendo usados como parte de discursos promotores de violencia e intolerancia que fácilmente calan en tierras fértiles llenas de dolor, diferencias sociales y prisa por buscar un culpable.
Pero las similitudes con algunos de los eventos de aquella época no terminan allí. Durante los años 1992 y 1993 el país vivió el último racionamiento de energía ocasionando que durante más de nueve horas al día no se contara con energía, algo que es posible en el corto plazo si no se toman decisiones y acciones urgentes tanto técnicas como regulatorias que permitan acelerar la entrada en operación de los diferentes proyectos que no avanzan al ritmo que deberían, como Colectora, El pozo Sirius, entre otros. O resolver la falta de operatividad de entidades como la CREG, que fue creada en 1994 como una unidad administrativa con autonomía técnica, encargada de regular las actividades de los servicios públicos de energía eléctrica y gas natural, en aras de garantizar la prestación de estos servicios a la mayor cantidad de ciudadanos y que durante varios periodos de los últimos años no ha podido operar.
Es cierto que estamos lejos de ser la Colombia de los años 90s, y también es cierto que hay muchos otros fenómenos que habitan nuestra realidad con similitudes a lo vivido en esos años, pero creo que estamos a tiempo de hacer las cosas diferentes, de buscar y crear alternativas, de construir caminos que no hemos recorrido.
Escribo esto como una invitación, a la búsqueda conjunta de opciones viables, sostenibles y ordenadas que nos eviten vivir un panorama de país como el que ya vivimos con la promesa de una Selección Colombia que no ganó nada, apagando las voces de quienes piensan diferente, sin energía, sin gas y con más dudas que certezas.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/julio-betancur/