Pluralismo liberal

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El liberalismo está de moda. Bien sea porque sectores reaccionarios y fundamentalistas de mercado lo reivindican como su ideología.  O bien debido al resurgimiento de la pugna entre posturas políticas producto de ese auge libertario. La historia que Fukuyama terminó hace algunas décadas con la disolución de la URSS y el triunfo de la democracia liberal capitalista, parece tener un resurgimiento. La contienda entre modos de entender la organización social crece en el debate público.  

Las manifestaciones de esta disputa son de distintos niveles. En el plano electoral Meloni, Trump, Milei y compañía lograron llegar al poder. Lo propio hicieron Petro, Lula y Sánchez. En términos de debate público se consolidan tanques de pensamiento y organizaciones sociales que defienden idearios políticos enfrentados. En medios de comunicación, la disputa también tiene lugar. La semana pasada por ejemplo en Twitter Colombia se habló mucho de Hayek y Marx.

Jerome Sanabria, una joven influenciadora, inicio la conversación acusando a las instituciones educativas colombianas de una especie de sesgo comunista. Apelando a su experiencia personal argumentó que los programas curriculares de colegios y universidades en Colombia privilegiaban la enseñanza de Marx. Más allá de si esto es cierto —Sanabria no aporta evidencia que permita una conclusión en ese sentido — la conversación que amplifica esta joven es interesante en tiempos donde la palabra liberal se repite mucho.

Hay muchas definiciones de democracia liberal. El concepto mismo aún se encuentra en disputa. Tenemos autores que privilegian las cuestiones procedimentales. Otros y otras ponen el acento en las características sustanciales. Pero si hay algo en donde hay coincidencia es que esta forma de gobierno privilegia el pluralismo. La democracia, si se quiere, es un arreglo institucional que permite el trámite no violento de las diferencias ideológicas insalvables.

Una democracia es saludable en tanto existe alternancia de poder. La pluralidad de partidos políticos — y la posibilidad de que independientemente de su color político, se puede llegar a gobernar— es una característica ineludible del sistema democrático. En un país que ha utilizado la violencia para silenciar ideas políticas esto tiene especial relevancia.

La acusación de un sesgo en el sistema educativo colombiano nos recuerda el principio por excelencia de la democracia liberal. La cuestión entonces no es “más Hayek y menos Marx”. Cualquier curso que pretenda revisar la historia de las ideas económicas debería ocuparse de ambos. La búsqueda por el entendimiento de la sociedad necesita de una perspectiva amplia, que revise y problematice cada postulado. La defensa de la democracia es también la protección del desacuerdo pacífico.                     

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-pablo-trujillo/

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