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Hoy en Támesis, suroeste de Antioquia, se libra un capítulo más en esta cruda batalla entre el populismo totalitario de Gustavo Petro y la sangre rebelde y libertaria que ha forjado el espíritu paisa. Además de las múltiples agresiones que hemos padecido y resistido durante este Gobierno, ahora la piedra de escándalo es la Resolución 000377, firmada el 26 de diciembre de 2024, que establece 249.617 hectáreas como Áreas de Protección para la Producción de Alimentos (APPA). Es así como, bajo el telón de una política alimentaria ideológicamente sesgada, se esconde no sólo una agresión contra la Autonomía Regional, sino una búsqueda por desmembrar Antioquia, tal y como lo había insinuado Petro a finales de 2022, cuando habló de la supuesta creación de un nuevo departamento.
La ministra de Agricultura, Marta Carvajalino, defiende la resolución argumentando que no se restringen actividades ni se determinan usos del suelo, sino que se busca proteger las áreas donde ya existe actividad agropecuaria. Nada más falso. La ambigüedad en la implementación de esta medida tiene por efecto inmediato la agudización de la desconfianza y la preocupación que venimos viviendo en la Región, pues afectaría a 23 Municipios y a cientos de miles de familias que, de un día para otro, se les impondrá qué pueden y qué no pueden sembrar en su propia tierra.
El Suroeste antioqueño no es solo un territorio de labranza; es un cuerpo vivo de montañas y ríos donde la agricultura convive con la minería, el turismo y la ganadería, entrelazando una economía que no puede reducirse a una sola vocación. No es un lienzo en blanco sobre el cual puedan trazar polígonos arbitrarios la parasitaria clase política bogotana. La imposición de estas áreas protegidas sin un diálogo previo con las comunidades locales es parte del accionar propio de los totalitarismos, y sus efectos en la dinámica productiva de la Región serán nefastos. Ojalá esta imposición centralista no nos lleve a una hambruna como la de Mao en China, que con disparates semejantes a los de Petro arrastró a la muerte a más de 50 millones de sus compatriotas.
Ahora bien, como indiqué más arriba, esta medida del Ministerio de Agricultura no es un hecho aislado. Se enmarca en una serie de acciones que evidencian una estrategia deliberada de Petro para fragmentar Antioquia. Recordemos que, durante una visita al municipio de Apartadó, se atrevió a decir que proyecta la formación de un nuevo departamento en Urabá, lo cual nos cerraría a los paisas la salida al mar y debilitaría los lazos de historia, desarrollo y fraternidad que cohesionan nuestra sociedad.
En última instancia, la batalla que se libra en el Suroeste Antioqueño no es solo jurídica ni política. Se trata del antagonismo entre dos maneras de entender el territorio, el habitar y el desarrollo; entre la visión macro que planifica desde arriba y la realidad micro que late en cada vereda. Es la vieja pugna entre la letra fría de un decreto y el calor de las manos que trabajan la tierra. Y la solución a la disputa no vendrá de los tribunales ni de los discursos ministeriales. Se forjará en el campo, en las montañas, en la voluntad férrea de los Antioqueños por defender nuestra tierra, nuestra tradición, nuestra libertad y nuestro futuro.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/julian-vasquez/