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Una estrella que logró billar

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Déjenme empezar con un símil algo mañé: las personas talentosas son, a veces, como las estrellas: siempre están ahí, brillando, pero cada una, individualmente, es casi invisible.

Hoy quiero hablar de un talento que fue eso. Muchos años estuvo en mi vida brillando, cerca. Pero siempre invisible. Fuimos al mismo colegio. De vez en cuando oí una que otra burla, una que otra mención a su nombre. Nunca fue alguien cercana a mi vida. Como la mayoría de las estrellas en nuestras noches, estaba ahí, invisible. Nadie saluda la misma estrella todos los días. Son confundibles, parecidas. Si acaso, más lindas y memorables por ser un conjunto que por su individualismo.

Pero Antonia Jones, la hoy telonera de Juanes en su última gira por Colombia, decidió robarse una noche para ella sola, y por fin brillar como se lo merecía. Y pasó de ser una estrella más a la luna: inconfundible, única y admirada por ser ella misma. Fue el jueves pasado en La Macarena. Antonia es una cantautora de 23 años que hoy es la telonera de toda la gira de Juanes por Colombia. Apenas en el inicio de lo que va a ser una carrera estelar, porque le chorrea talento por los codos y tiene una voz y un amor por la música que es lo que la tiene montada en el escenario. Su primordial interés como artista, se nota en su primer álbum “Antonia Jones”, es la música, no la fama ni el estrellato.

No soy un crítico de música, y esta columna no es una reseña o un perfil de Antonia en su música. Esta columna son dos cosas: una oportunidad para resaltar su trabajo y para pensar, como un miembro de la audiencia, sobre la naturaleza de los caminos de vida de esos atrevidos que saltan al abismo del mundo del arte.

Creo que hay dos miedos gigantes en la vida de todos los artistas. El primero es ese miedo atosigante, y quizás eterno, de no lograr ser un artista verdadero. Creo que ese va más allá del miedo a no “make it” como dicen los gringos, que dibujan esa barrera invisible entre lograr ser un artista o no. No: los artistas se preocupan porque su producción falle en términos estéticos la exigencia del arte. Cada canción, palabra, acorde, pincelazo, debe seguir el exigente régimen del arte, que es imperdonable y al mismo tiempo invisible. El segundo miedo, quizás más imperceptible que el primero, es la pregunta, en todo momento de la carrera de un artista: ¿es este mi pico? Yo, por ejemplo, me imagino que debe ser la primera pregunta que se hace cualquier artista después de cualquier gran éxito: un premio, un contrato, un concierto. Cuando desaparece la adrenalina, me imagino su cabeza, sin soltar la sonrisa, quizás solo haciéndola temblar, lanza esa posibilidad terrible: ¿eso fue todo?

Es una profesión sin muchos perdones, con muchos riesgos, y una presión casi imposible de manejar para el cuerpo humano. Además, promete algo así como el Edén: riqueza, fama y amor infinito. Ni hablar de la cantidad de acoso sexual, manipulación por parte de agentes y presión por disqueras y productores.

Antonia está en este camino que parece imposible. Ella debe pensar que es imposible. Debe pensarlo aun cuando está montada en el escenario de La Macarena con 10.000 personas aplaudiéndola. Y yo, desde mi comodidad, exonerado de la necesidad de alcanzar esa perfección que requiere el arte, no me alcanzo a poner en sus zapatos. Creo que casi todos los artistas tienen una canción parecida a “¿Quién soy yo?» de Antonia: una manifestación del síndrome del impostor que sufren las personas que nacen con la necesidad de perseguir el arte. ¿Quién soy yo, para atreverme a alcanzar el arte?

Antonia, en mi vida por lo menos, ya no es una estrella que solo brilla invisible en el cielo. Es una artista que voy a seguir, que me emociona, y que me enseñó a mirar más atentamente a las estrellas que me rodean: a no dejarlas ignoradas. Que el arte no hay que buscarlo muy lejos, casi siempre está cerquita, buscándonos. A ella, todo mi aprecio, mi admiración y mis buenos deseos en este camino imposible que ella mostrará posible.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-felipe-gaviria/

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