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Siempre digo que mi libro favorito es Diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento de George Steiner. Ese texto tiene esa categoría porque tiene la idea que más me ha movido en la vida: “Al final, el pensamiento puede hacer que seamos unos extraños los unos para los otros. El amor más intenso, quizá más débil que el odio, es una negociación, nunca concluyente, entre soledades”.

Esa razón para la tristeza que plantea Steiner me ha dado a mí, por el contrario, el anhelo de lograr una intimidad que sienta profunda: una que me deje ver al otro en su integridad sin importar lo que allí se encuentre.Intimar no es más que llegar al fondo del pensamiento de quien es ajeno: al fondo que puede nombrarse, al fondo que es secreto y experiencia, deseo y anhelo. Intimar no es más que la apuesta por amar desde la incondicionalidad: que es entrega, consciencia, apertura y encuentro. Intimar es la coincidencia y es ser capaces de reconocernos los unos con los otros desde la libertad que nos deja el pensamiento. Es la decisión de recibir desde la convicción de transparencia a pesar de la certeza de que no es posible comprender a quien se ama. Y eso no tendría, nunca, por qué doler.

Aunque no lo demuestre, amar en la dimensión de mi soledad sigue siendo mi más grande anhelo. La intimidad, por su parte, sigue siendo el único camino que siento viable.

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/valentina-arango/

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