Escuchar artículo

En las últimas semanas han circulado noticias en diferentes medios de comunicación sobre la grave situación de seguridad alimentaria que se presenta en Colombia y, particularmente, son alarmantes los resultados que existen en Antioquía. ¿Qué está pasando que, en un momento de tanta abundancia y recursos, continuamos viendo estas cifras?.

Con el fin de dar claridad sobre las cifras, se dice que el 72% de la población en Antioquía sufre de inseguridad alimentaria y, particularmente en los primeros 15 días del mes de enero del 2024, se reportaron 652 de menores de un año con síntomas de desnutrición. Como estos, se han publicado resultados bastante negativos en torno al hambre.

Para empezar creo que es importante partir de la base de entender el concepto del hambre.

Para buscar una solución a un problema es indispensable entender realmente cuál es el problema. Por ejemplo, Martín Caparrós en su libro El Hambre define este concepto como “gana y necesidad de comer; escasez de alimentos básicos que causa carestía y miseria generalizada; apetito o deseo ardiente de algo”; sin embargo, este autor cuestiona severamente la migración del concepto del hambre o hambruna a conceptos como seguridad alimentaria, ya que considera que el hecho de volver el concepto técnico, hace que el hambre pierda emoción y, por ende, importancia.

Si bien mi propósito en esta columna es plantear una reflexión sobre la necesidad de acción por parte de todos, es importante resaltar que muchas personas somos conscientes de la existencia del problema de hambre que sacude el mundo entero; sin embargo, en la mayoría de los casos estamos pendientes de que sean los gobiernos y organismos multilaterales quienes deben solucionarlo. Y, claro, es importante resaltar que el Estado debería proporcionar y asegurar nuestros derechos y, particularmente, destinar recursos para garantizar nuestras necesidades básicas.

No obstante, en problemas como el hambre e, incluso, el cambio climático, poco hacemos directamente las personas. Normalmente, somos conscientes del problema, resaltamos en nuestras reuniones, círculos sociales y redes sociales lo problemático de la situación pero ¿realmente somos activos en buscar una solución? Seguro que muchos podrán responder positivamente esta pregunta; pero otros, seguramente no.

Hoy en día se ven muchas iniciativas públicas y privadas que quieren atacar el hambre. Por ejemplo, recientemente la Gobernación de Antioquia contó que vienen trabajando en un plan de autonomía económica, reducción del hambre y aumento de la productividad, de la cual no se tiene mucha información pero es una iniciativa interesante. Por otro lado, a nivel nacional se viene un plan de Renta Ciudadana 2024 donde se entregarán transferencias monetarias a personas en situación de pobreza, que tiene como propósito entregar recursos para que las personas puedan acceder a alimentos y, en general, satisfacer sus necesidades básicas.

Desde el mundo privado, iniciativas como el Club del 1% buscan que todas las personas puedan sumarse activamente donando recursos que, a su vez, son entregados a mujeres en situación de pobreza, quienes reciben 300.000 pesos mensuales por tres años, buscando darles tranquilidad para que puedan salir de la trampa de la pobreza y, claramente, satisfagan sus necesidades básicas. Por ende, está muy bien que el Estado se haga responsable de asuntos como el cambio climático o el hambre pero, todas las personas que habitamos este planeta tenemos el deber de protegerlo, tanto al planeta mismo como a las personas que habitan en él. Por eso debemos ser parte activa de la solución, por pequeños que sean nuestros aportes, estos deben ser permanentes. Además, debemos invitar a más personas a que hagan parte de la solución si efectivamente quieren un mundo mejor.

Otros escritos de este autor:

Califica esta columna

Compartir

Te podría interesar