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El 27 de septiembre, Día Mundial del Turismo, la Gobernación de Antioquia publicó la Ruta del Turismo Literario y Cultural de Antioquia. ¡Oh sorpresa!, ni una sola mujer. En esa lista las mujeres antioqueñas no escriben.
No es raro borrar a las mujeres de listas, eventos, proyectos, trabajos.
Durante el siglo XIX y principios del XX, muchas tuvieron que usar seudónimos de hombres porque no era bien visto que escribieran. Sabemos de muchas, las hermanas Bronte, por ejemplo, que fueron Currer, Acton y Ellis, y no Charlotte, Anne y Emily. En Colombia pasó igual. En la revista Poligramas, la profesora Cristina Valcke contó que la mujer que escribiera era señalada como una especie de criatura deforme.
Pero pasa que —¡por dios!— estamos en el siglo XXI. Sabemos que es una época en la que se publican más mujeres y que hay una atención sobre nosotras y que el camino se está ampliando. En el Nobel de Literatura se nota un poco: el primero se entregó en 1901 y la primera mujer en ganarlo fue Selma Lagerlöf en 1909. En 123 años se lo han ganado 17 mujeres y 100 hombres. De 1967 a 1990 solo aparecen hombres, y este es el cambio: de 1991 a 2024 hay 10 escritoras. En los últimos 10 años fueron cuatro, versus seis hombres. Incluso parece que desde 2019 es un hombre-una mujer, intercalados. Veremos la próxima semana si ya hay un patrón.
Ahora, todavía el mundo editorial es patriarcal. En un artículo de Efe sobre una charla en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo el año pasado, la directora de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Laura Niembro, dijo que las mujeres son más numerosas en la industria, hay más incorporándose al mundo de la lectura, pero “los directores de las editoriales y los gremios, y los presidentes de los gremios siguen siendo varones”.
Es decir, falta camino por recorrer, pero hay cambios importantes. Así que nada justifica una lista solo de hombres a estas alturas. No es olvido. No cabe el no fue de mala fe. Es ignorancia. La pregunta parece ya una plantilla: ¿en serio en la reunión en la que planearon la idea o cuando fue el momento de la revisión, a nadie se le ocurrió decir, ¡marica, no tenemos mujeres!?
A nadie.
El trabajo de la Ruta demuestra una vez más lo poco importante que es la cultura para la Gobernación, y en general para las administraciones. No es nuevo: el departamento hace varios años tiene poco presupuesto para cultura.
La Ruta esta, de lejos, es mediocre. Además de que les faltaron nombres, también regiones. ¿No hay escritores y escritoras en el Urabá, por ejemplo? El mapa solo tiene una mancha verde en la mitad, y el resto del departamento está vacío.
Lo importante es lo que pasó tras la publicación. Y aunque debimos haber hecho más escándalo incluso, no pasó desapercibido en redes y, tras esto, fue noticia. Es decir, ya no nos quedamos calladas. Es que no puede pasar. No nos pueden borrar más. Tapar. Olvidar.
La artista Natalia Calao les hizo la tarea en sus redes, y empezó la lista de mujeres escritoras antioqueñas, y hasta les diseñó la pieza y todo. Escribió: “En Antioquia también hubo mujeres escritoras. Las mujeres existimos y escribimos” (mírelo aquí). Hizo una búsqueda en Wikipedia, fue al libro El hilo que teje la vida de Juan Luis Mejía y consultó a la periodista Adriana Villegas, que lleva muchos años investigando a las autoras del Gran Caldas. Leyó mucho.
Es decir, era posible reconocer a las mujeres si se investigaba, y más si en la Gobernación trabajaron, como se lee en el artículo sobre el tema en El Colombiano, al parecer tres o cuatro meses en el proyecto.
Natalia encontró 28 mujeres escritoras en esta primera búsqueda, siguiendo el intervalo temporal del mapa de la Gobernación que va de finales del siglo XIX a comienzos del XX, pero sabe que hay más. Y si abrimos el tiempo, la lista es muchísimo más larga.
El Gobernador le respondió a la artista y escritora. Dijo que le gustaba esa propuesta, que la replicaba y que la honrarán. Dijo que él ha leído a Sara Jaramillo Klinkert, que me alegra que la lea, aunque Sara no había nacido si nos vamos al tiempo elegido en la ruta. Esperemos que sea el guiño para que amplíen la lista en nombres y en tiempo.
La Gobernación le explicó a El Colombiano que la ruta tiene dos momentos y en el segundo habrá más escritores y más mujeres. Bueno, tenían dos mujeres más, pero como el Gobernador les llamó la atención, la segunda etapa traerá más. Confiemos.
De todas maneras, nos han borrado otra vez, y la respuesta tiene que seguir siendo esta: gritarles que existimos. Porque existimos y, en este caso, escribimos. Escribimos mucho y bien, y somos importantes.
Hace dos años entrevisté a la escritora argentina Selva Almada. Esto me dijo: “El hecho de que estemos la gran mayoría de las mujeres, por lo menos en Argentina, abrazando la causa feminista hace también, por ejemplo, que nos hayamos dado cuenta de que hasta el momento solo habíamos leído autores varones, porque también son los que están en las vidrieras de las librerías, los que ganan los premios, los que están en los programas de la academia, y que había un montón de literatura escrita por mujeres que había quedado sepultada bajo el peso de los nombres masculinos. Ahora, no solamente en Argentina, sino en otros países de Latinoamérica, estamos buscando y hurgando y sacando a la luz textos de escritoras maravillosas que habían quedado relegadas o cuyos nombres se habían olvidado por falta de reediciones. El trabajo que hacemos las lectoras es devolverlas a los estantes de las bibliotecas y seguir difundiendo sus obras”.
Eso es lo que tenemos que hacer —seguir haciendo—: leernos más, escudriñar más, descubrirnos. Leer a esas autoras antioqueñas, a las de antes y a las de ahora, a las colombianas: hay una Biblioteca de Escritoras que tuvo su primera entrega y el próximo año viene la segunda. Somos muchas mujeres colombianas escribiendo. La ruta empezó hace muchos años, y la seguimos construyendo.
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/monica-quintero/