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Como seres humanos nos encanta pararnos en los extremos opuestos de ideas, pensamientos y opiniones. Hay una necesidad muy grande de estar en un rango extremista, así hagamos hasta lo imposible por negarlo. Nos cuesta la incertidumbre de los tonos más grises. O es negro, o es blanco.
Esos pensamientos se vuelven una amalgama con la propia identidad casi irreconocible: “soy mis ideas y opiniones” ¿Ven lo triste que suena eso? Pero es que así vivimos la mayoría.
Se ve evidente en la política y la religión, en los equipos de fútbol (o en el mismo gusto por el fútbol) y todos esos temas que a nadie le gusta tocar. Incluso en unos más sutiles, como la alimentación, la crianza de niños, las mascotas y los gustos musicales. Y hasta las opiniones sobre uno mismo y los demás son tajantes y deterministas.
Siento que ahora la tendencia es alejar más esos extremos. Los de derecha cada vez son más de derecha e igual los de izquierda. Se convierte todo en una posibilidad de uno o el otro. No hay intermedios. No hay posibilidad para puntos medios y más difusos. Hay un temor muy grande a la supuesta “tibieza” o a la moderación. Incluso más a admitir un error o cambiar de opinión. La identidad propia ya está tan definida por eso, que hacerlo sería perder lo que consideramos que somos.
Cada vez me doy cuenta de que la gran mayoría de argumentos y mejores ideas están dentro del espectro entre dos extremos. Y creo que es justo porque la verdad no es un dato fijo e inamovible para todos y todo. Y en realidad no creo que la manera adecuada sea en quedarse en esa área gris y difusa de las opiniones.
No creo que se trate de no tener posiciones y opiniones firmes. O de aceptar todo porque sí. Creo que se trata de un cambio de mentalidad ante las ideas, la información y las perspectivas. Es cuestión de aprender a escuchar y comprender. Lo que no significa compartir. Pero sí significa dialogar, conversar y crear. Pasar de un extremo a otro a las malas y tratando de huir de los males de uno, para luego volver al otro casi rogando, no va a traer nada bueno. No hay país, empresa, sociedad, planeta, persona que aguante.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-perez/