Sin periodismo no hay democracia

Sin periodismo no hay democracia

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El pasado 9 de febrero fue el día del periodista en Colombia. Una labor urgente, pero muchas veces malagradecida y peligrosa en un país tan violento como el nuestro.

Hay quienes han dado su vida, como Guillermo Cano, o han sido forzados al exilio, como Andrea Aldana. Desafían al poder, como Laura Ardila, o son serviles a él y utilizan los medios públicos para beneficiar las narrativas gubernamentales, como Hollman Morris. Mi homenaje, evidentemente, no es para los que son como él.

Es para aquellos que resisten; que han puesto a sudar a los diferentes mandatarios con sus preguntas e investigaciones, que han hecho control político cuando las diferentes ramas del poder público se han confabulado con el statu quo. El periodismo es un ejercicio que requiere valentía, meter el dedo en la llaga, cuestionar -y cuestionarse-, estar en modo alerta todo el tiempo.

Hoy, con el auge del autoritarismo y el populismo, debemos respaldar a los periodistas rigurosos y con una ética clara de su oficio. A los perseguidos, ultrajados, desterrados o mal pagos. Inclusive en un país en el que la libertad de prensa era uno de los bastiones para la democracia occidental, como Estados Unidos, hoy el Presidente señala a aquellos que no le gustan como fake news.

Sin irnos muy lejos, en Colombia tenemos un primer mandatario que también utiliza sus redes sociales para decirle a los periodistas que mienten, a pesar de que tengan todos los argumentos y cifras para sustentar lo que dicen acerca de su Gobierno.

Además, como público estamos acostumbrados a informarnos por redes sociales que nos confirman nuestros propios sesgos o dogmas, y todo lo que nos incomode -una misión crucial que tiene el periodismo- lo vemos con desdén. Por eso, cada periodista, sea de un medio tradicional o independiente, debe tener el talento y la astucia para llegarle a audiencias tan difíciles como nosotros. Porque todos estamos expuestos a este mundo de estímulos por pantallas.

Por eso queremos lo inmediato, no tenemos tiempo para leer una investigación extensa, nos informamos según nuestros algoritmos y que buscan contenidos “emocionantes” que, en su mayoría, terminan siendo una pérdida de tiempo. Por ahorrárnoslo, paradójicamente, lo perdemos, porque no retenemos nada. O, incluso, llegamos a creernos, en medio de esa emoción las narrativas fabricadas de las noticias falsas, hechas para desinformar y crear caos y desconcierto.

Si el periodismo está en crisis, la democracia también. A quienes nos interesa defender los valores democráticos, debe movernos la defensa de la libertad de prensa. Es imposible tener una democracia fuerte sin una prensa crítica, que invite a pensar y que sea capaz de incomodar a quienes están en el poder y a sus ciudadanos pasivos.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-mejia/

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