Siempre es demasiado tarde

Siempre es demasiado tarde

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Vivimos en un país/sociedad/mundo cortoplacista. Todo es para ya. El mercado ha hecho muy bien su trabajo en acostumbrarnos a que todo lo podemos conseguir fácil y rápido. El esfuerzo está infravalorado.

Esa dinámica la vivimos a nivel sociedad, pero también a nivel individual. Al enfocarnos demasiado en lo inmediato, escondemos el impacto que tienen nuestras acciones en el largo plazo, tanto para nosotros mismos, como para lo demás. Pero por esconderlo, no lo evitamos. Es como meter el polvo de la casa debajo de una alfombra. Eventualmente se va a notar.

Este tema lo podría abordar desde diferentes perspectivas, pero hoy me quiero enfocar en el manejo administrativo y gubernamental en términos ambientales de nuestra ciudad, Medellín, (que igual aplica casi que para cualquier otra ciudad). Una de las ciudades más sexys del mundo, dicen por ahí. Peor una ciudad atrasada, reactiva y disfuncional. Desde que canalizamos el río Medellín, y comenzamos a construir una ciudad absurdamente grande para este Valle, rompimos con la relación que tenemos con el mismo territorio. ¿Y eso cómo se ve? No hace falta sino ver un evento climático medianamente fuerte para que la ciudad se tambalee.

En nuestro caso, esos eventos climáticos fuertes se pueden resumir en lluvias, tormentas eléctricas y sequías. Que no parece mucho, pero que pueden ser particularmente dañinas. No es una novedad que cada vez que llueve fuerte, alguna parte de la ciudad se inunda, los alcantarillados se desbordan y hay múltiples accidentes y desastres.

El problema que veo con todo esto es el manejo que le damos a esa relación con el territorio y cómo normalizamos una realidad que no tiene sentido: actuamos solo cuando pasa algo, cuando hay daños, accidentes y muertes. Ahí se habla y se saca toda la “fuerza” institucional. Pero el resto del tiempo, es como si nada pasara.

Ahora que estamos en unos días muy secos, después de haber pasado por dos meses de lluvia casi diaria, nos acercamos a un muy probable fenómeno de La Niña: o sea, mucha agua cayendo del cielo. Y lo que oigo decir de las entidades que nos gobiernan es que van a mejorar la red de bomberos y de sensores de los afluentes de agua. Wow. Qué valentía. Nuestros sistemas de prevención es tener más sistemas de atención a la emergencia. Y así entramos en el ciclo interminable.

Mis preguntas entonces son: ¿por qué no mejor nos enfocamos en crear estrategias y proyectos para que esos accidentes no ocurran en primer lugar? O que al menos sus efectos no sean tan fuertes. Ya sabemos que en Medellín llueve mucho y hace muchísimo sol. Pero pareciera que cada vez que pasa, nos sorprendemos como si fuera la primera que ocurre. Creo que es fundamental comenzar a pensar esta ciudad para vivir en armonía con el ambiente en el que estamos. Sin ser un experto, se me ocurre pensar en cómo permeabilizar los pisos y calles de la ciudad para que más agua infiltre al suelo. O sistemas de recolección masiva de agua lluvia para usos en épocas de sequía u otras ocasiones. Aumentar las zonas verdes. Hacer sistemas de control de aguas en las vertientes y su uso para proyectos económicos y comunitarios. No sé. Creo que las posibilidades son más. Pero creo que la clave va más por ahí. Y eso mismo aplica para cada persona de este planeta.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-perez/

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