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Recuperar la confianza en la cultura del fútbol

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Un proceso de diálogo y convivencia que lleva consolidándose más de 10 años parece haberse roto ayer. La barra popular más importante de Atlético Nacional protagonizó varios hechos de violencia previo al partido que el equipo esperaba jugar con América de Cali. Las actuaciones de Los del Sur son inaceptables. A esto se le suma las desatinadas declaraciones de la Alcaldía de Medellín en cabeza del Secretario de Gobierno que, lejos de buscar la conciliación entre las partes, responsabilizaron a los dirigentes de todo lo ocurrido. Un suceso que parece obedecer más a los intereses electorales del gobierno municipal de cara a octubre de este año, y menos a su responsabilidad como actuales administradores de la ciudad. O también al hecho de que uno de los secretarios de despacho es un reconocido líder de la barra de Los del Sur. Lo público al servicio de los intereses particulares podría ser la frase que define el modo de gobierno de la presente alcaldía.    

Más allá de las actuaciones equivocadas —que parecen venir de todos lados incluyendo la dirigencia de Atlético Nacional— con sus respectivas proporciones (pues no se trata tampoco de aplanar la responsabilidad y decir que todos la tienen en la misma medida pues no es así), me interesa mencionar qué llevó a Medellín a ser ejemplo de convivencia en el fútbol a nivel nacional e internacional, pues muchos de los periodistas que venían a cubrir competiciones como la Libertadores o la Sudamericana quedaban asombrados al ver que  las tribunas populares no tenían rejas de veinte metros de alto, o que no había un pozo profundo que las separaba de la cancha ¿Cómo era posible tal nivel de confianza hacia el comportamiento de los hinchas de las barras populares? ¿De qué manera habían logrado tramitar las conductas de los “vándalos y desadaptados”? (como algunas personas los llaman).

El comité de Seguridad Comodidad y Convivencia creado en el Plan decenal 2014- 2024 del Ministerio de Interior, institucionalizó un espacio de diálogo permanente entre las distintas dependencias de las alcaldías involucradas en los partidos, los equipos y las barras tanto organizadas como populares. El esfuerzo de varias administraciones logró consolidar al comité como un escenario de conversación y concertación. Allí se reconocían a todos los actores involucrados y se establecían lazos de confianza entre ellos. Una forma efectiva de construir confianza es el reconocimiento del otro como alguien que, aunque distinto a mí, tiene intereses y sentimientos legítimos. El comité en Medellín funcionó muy bien por la importancia que cada uno de los asistentes le daba al espacio. No pasaba lo mismo en las demás ciudades. Eso se decía cada que un visitante participaba en el encuentro.

Al comité se le sumó el proyecto de gobierno “Más que 90 minutos”, una estrategia que, partiendo de la concepción del “barrismo social”, fortaleció a las barras como agentes de transformación social y convivencia en los barrios. Así, en 2017 era común que previo a un clásico, hinchas de Nacional y Medellín realizaran distintas actividades de reconocimiento y de trámite pacifico de las diferencias lideradas por la Secretaría de Seguridad y Convivencia. La Secretaría de Cultura Ciudadana estableció una categoría dentro de sus Estímulos para el Arte y la Cultura destinada a la promoción de cultura del fútbol. La Secretaría de Juventud realizó capacitaciones para fortalecer las competencias de las populares, entre ellas, la opción de empleo para miles de jóvenes en condición de vulnerabilidad y precariedad a través de servicios de logística, que Los Del Sur prestaban en los partidos y demás eventos, y que Atlético Nacional esta semana dio por terminados.

Los esfuerzos institucionales por modificar las dinámicas de violencia asociadas a la coexistencia de barras populares quedaron recogidos en la Política Pública de Cultura del Fútbol aprobada en el Concejo Municipal en 2017. En ella se establecieron las líneas de trabajo más importantes de cara a la consolidación del proceso de convivencia con perspectiva de largo plazo. Las políticas públicas son importantes en tanto institucionalizan procesos de ciudad más allá de los gobiernos. Comprometen a varias administraciones en un objetivo común. Sin embargo, las vanidades de los gobernantes muchas veces son más fuertes que sus responsabilidades como mandatarios y los llevan a desconocer, desechar y rehacer todo lo existente. La “Medellín futuro” ha sido la administración de las rupturas. No es extraño entonces que la fractura haya llegado también a la cultura del fútbol.  

Hoy pareciera que todo el esfuerzo realizado por muchos no hubiera servido de nada. La condena de los procesos institucionales de convivencia y confianza es su fragilidad. Lo que lleva construyéndose más de una década puede venirse abajo en cuestión de días. Sin embargo, no es la primera vez que el proceso pasa por un mal momento. Varios han sido los capítulos difíciles y siempre se han encontrado caminos para reconstruir la confianza. A cinco años de la aprobación de la política pública, es momento de hacer un balance, de determinar sus principales logros y retos. Es tiempo también de exigirle a las partes compromiso con los espacios de convivencia, de requerir de ellos la disposición para que en Medellín vuelva la confianza en la cultura del fútbol. 

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-pablo-trujillo/       

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