¿Sienten también esa presión en el pecho? No es covid, al menos ya no, es una ligera angustia de los tiempos, ni tan cercana para ser opresiva, ni tan lejana para no sentirla. Los periódicos la anuncian en la mañana, deslizándose por debajo de las puertas de los que nos rebelamos en la tradición, reverberando en el pantanoso mundo de los medios sociales, llegando con anuncios y música estridente en los noticieros del medio día, para acompañar los almuerzos rápidos en las cafeterías. Una sensación de momento de crisis inescapable, un rumor de cambio o fin de los tiempos.
Confieso que en medio de todo esto los pequeños momentos de luz ayudan a que la presión no se haga insoportable. No resuelven las crisis, que son reales, importantes y complejas, pero dejan ver oportunidades de enfrentarlas. La más reciente luz viene de un bonito proceso que he tenido el privilegio de acompañar, Tenemos que hablar Colombia. Durante el segundo semestre de 2021 un poco más de cinco mil colombianos se reunieron en espacios virtuales y presenciales a conversar sobre lo que les gustaría cambiar, mejorar y mantener en el país. Más de mil sesiones de conversación y cerca de tres mil horas de diálogo son un resultado que planta cara al prejuicio de que a la gente no le gusta participar.
Al inicio del proceso, el equipo diseñó un protocolo de gestión de las conversaciones que consideraba un montón de escenarios terribles. Queríamos adelantarnos a los que considerábamos los riesgos extremos en medio de una sesión, pero también en lo que pensábamos que iba a ser la constante presión de los debates nacionales, los insultos y las peleas. Al final, el protocolo fue una previsión necesaria pero poco usada. De nuevo, contrario al prejuicio, la gran mayoría de los participantes y espacios, incluso cuando había discusiones airadas y desde posiciones opuestas, fluyeron sin inconvenientes. En esos mil trescientos diálogos que adelantamos, solo tuvimos situaciones de retiros o complicaciones en dieciséis.
Esta buena disposición se vio también representada en el resultado de un pequeño experimento que desarrollamos en medio de las conversaciones. Aplicando encuestas a más de trescientos participantes que ya habían conversado y algunos que estaban inscritos, pero todavía no habían tenido su sesión, encontramos que estar en el escenario de conversa, encontrarse con otras personas distintas e intentar señalar asuntos relevantes para las preocupaciones colectivas, impactaba la confianza de los participantes en otras personas de manera muy positiva.
Nos encontramos ahora en medio del análisis de la información recolectada, las conversaciones levantaron formatos de reporte de lo hablado, similares a actas. Hay cosas muy interesantes que empezaremos a contar con algún detalle en febrero y de manera completa en marzo, y aunque es poco lo que puedo adelantar por ahora, el punto de partida son estos pequeños milagros. Frente a las crisis que se desarrollan y las que nos pueden esperar al girar otra esquina del calendario nacional, participación, diálogo y confianza. Claves para mantener la presión del pecho a raya.