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Oliver Twist, aquí hay trabajo para vos

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El hombre viste de traje y corbata. Usa gafas. Está bien motilado y habla con la precisión de quien ha sido docente, porque lo fue. Ahora es concejal de Medellín y hace parte de la bancada del Centro Democrático. Se llama Luis Guillermo Vélez y dice de sí mismo que es un economista liberal (¿se habrá sentido tentado a escribir libertario?) y que es un hombre de familia. Ah, y cree que los niños deberían trabajar.

Me parece que decir cero trabajo infantil es problemático”, le oigo decir en un video que compartió en Twitter el también concejal José Luis Marín. 

Me parece que decir cero trabajo infantil es problemático”, lo escucho ahora en un video que el propio Luis Guillermo Vélez publicó porque el que ha hecho circular la oposición, argumenta, está fragmentado de manera tendenciosa.

“Hay familias que necesitan ese trabajo”, dice en ambos videos y en ambos reconoce que él trabajó toda la vida, desde los ocho años.

“Es más razonable —dijo durante su intervención tal como se escucha en el video de Marín y en el que Vélez trina— buscar que los niños no tengan jornadas largas ni hagan trabajos duros».

Deben sonreír el ciego, el clérigo de Maqueda, el escudero y el buldero a quienes sirvió Lázaro de Tormes. Ya saben que tienen en Medellín, Colombia, un político que los defiende.

“Hablar de cero trabajo infantil nos mete en metas y temas que son imposibles de cumplir”, agrega el concejal y lo deben vitorear desde el más allá esos prohombres de la Revolución Industrial que metieron en acerías, minas o donde hiciera falta, a todo niño capaz o no de trabajar, porque eran mano de obra (barata por demás) y lo importante era producir dinero (para otros, claro).

Allí también —y allí puede ser a la vez la Inglaterra Victoriana o las caucherías de la Casa Arana— podría haberse dicho: “Hay familias que necesitan ese trabajo”.

Cree el concejal Vélez que el problema es de horario. Qué de malo tiene, se preguntará, que los niños estudien un par de horas, trabajen un par más en algo no muy duro (para que entiendan el valor del dinero, puede que se diga para sus adentros) y que así se vuelvan productivos.

¿En cuáles renglones de la economía debería emplearse un niño? Eso no nos lo aclara el concejal en su intervención. Tampoco cuántas horas, porque no define qué es una jornada larga, ni qué es un trabajo duro.

El argumento es flojo, peregrino, por no hablar de absurdo. “Hablar de cero esclavitud nos mete en metas y temas que son imposibles de cumplir”, habrán dicho los traficantes de vidas. “Hay familias que necesitan ese trabajo”, habrán dicho los terratenientes allá donde los haya habido que requerían de esa mano de obra gratuita.

En lugar de buscar maneras para que los 369.000 menores de edad, entre los 5 y los 17 años, que (según el Dane y con corte a 2022) ejercen algún tipo de trabajo infantil dejen de laborar, el concejal Vélez prefiere decir, que hay metas y temas que son imposibles de cumplir. También podría haber afirmado que el mundo es así y no hay manera de cambiarlo, que para todos los efectos es la misma cosa.

¡Cuál igualdad de oportunidades! ¡Cuáles derechos del niño!

Para cambiar el mundo, para hacerlo más justo, hace falta imaginación, si es que se quiere resolver lo que parece irresoluble; voluntad política, para pasar de las palabras a las acciones; y la sensatez para darse cuenta de que hay asuntos que no deberían seguir ocurriendo. Esos tres asuntos parecen escasear en el concejal.

Se buscan niños con ganas de ganar billete (que es lo que importa) y que no se quejen mucho. ¡Hey, Oliver Twist, si pasás por Medellín, aquí hay trabajo para vos!

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/mario-duque/

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