Una amiga llevó a su prima a un encuentro de Millenials, 15 años de diferencia resultaron ser un abismo cultural que ninguna de las partes llegó a comprender bien. Pero la manzana de la discordia fue cuando llegamos a la música.
Pese a ser una sociedad llena de puntos de disenso, los colombianos de todas las regiones nos podríamos encontrar en la devoción que le profesamos a diciembre y a la música especial que se repite año tras año sin perder vigencia, hasta ahora.
Pero no, la centennial pretendía pasar una noche de diciembre al son de pop coreano y enviar a Guillermo Buitrago al olvido. Que la música en español le parece absurda, y la estética tropical un estadio similar al eslabón perdido, un paso previo a la civilización.
Entendí a mi mamá, una profesora de español que, aunque ama su oficio, decidió jubilarse porque no entendía ninguno de los referentes culturales de sus nuevas estudiantes, y ellas tampoco parecían entender los citados por su profesora.
Así como lo digital avanza cada vez más rápido, parece que a la misma velocidad vienen cambios culturales que no alcanzamos a comprender. Lo que sí es seguro es que el mundo será un peor lugar pasando una navidad con un trap en inglés en vez de un chucu chucu de Los Hispanos.