Escuchar artículo
|
Mi padre, a diferencia de otros, no desea mucho en estos días comerciales; cuando lo llamé a preguntarle sobre sus intenciones en dicho día, me mencionó que quería tomar “guaro” y recordar a su progenitor. Ante dicha manifestación, le pregunté por qué extrañaba al abuelo, y me respondió que lo recordaba con cariño porque en medio del empobrecimiento en el que crecieron, él llegaba, luego de las horas de trabajo, con un bulto de alimentos y se disponía a jugar con ellos fútbol o canicas, y más adelante les enseñó el arte de pintar casas (oficio que mi padre aún desempeña para sostenerse).
Su respuesta me pareció electrizante, pues para mi padre bastó sólo con que dicha figura jugara con él y le prestara atención para recordarlo con cariño. Fue suficiente para olvidar las situaciones de violencia por las que pasó la abuela, los múltiples casos de abandono a todos sus hermanos, el exceso de hambre, los otros hermanos conocidos con el pasar de los años, la escasez generalizada y el poco acompañamiento y protección cuando el barrio se puso complicado en los años 80´s y 90´s, motivo por el cual casi todos los jóvenes, incluyendo mi padre, terminaron rodeados por las estructuras del narcotráfico y la delincuencia.
Sin embargo, aunque esto sucedió hace un par de décadas, el contexto actual no es muy lejano. Hoy mis amigas y conocidas tienen problemas con quien paternan a sus criaturas; la lucha por la cuota de alimentos, por el respeto a los acuerdos establecidos para la crianza, la disputa por el tiempo de calidad y la demanda frente a la presencia permanente en el acompañamiento y cuidado, son algunas de las quejas recurrentes que presentan las maternidades de mi época.
Este rostro lejano que de vez en cuando escribe por whatsapp, envía cada tanto una cuota monetaria, visita cada mes un centro comercial en presencia del menor y lo lleva a amanecer donde la abuela en época de vacaciones, es la figura de la paternidad en la contemporaneidad. Sin hablar de aquel que nisiquiera tiene rostro porque su ausencia es permanente, aquel que murió por multiples razones o simplemente no asumió la responsabilidad y se hizo a un lado.
Y aunque muchas mujeres, abuelas, tias y algunos hombres de las familias asumieron dicha representación; hoy me invade la pregunta sobre la importancia de la figura del padre y sus efectos, no sólo en la vida íntima y familiar, sino en la democracia, la ciudadanía y el Estado.
Algunas feministas han realizado diferentes análisis sobre esta figura y su representación patriarcal en la construcción pública, especialmente María Jesús Izquierdo en su texto Del sexismo y la mercantilización del cuidado a su socialización: hacía una política democrática del cuidado. Ella reconoce que la socialización íntima con las figuras del cuidado y lo público alrededor del curso de vida son fundamentales para la construcción de la subjetividad y el estatus de ciudadano. Para ella, como se teje la relación con el reconocimiento, la paridad, el sentido de pertenencia, el establecimiento de derechos, deberes y placeres en el curso de la vida manifiesta nuestra relación con el ejercicio del poder y la ciudadanía en general. Invita a romper con la figura de lo público y lo privado, para reconocer que nuestra expresión ciudadana también es la manifestación de nuestras expresiones íntimas y familiares.
De acuerdo con dicho planteamiento, me pregunto: ¿será que nos relacionamos con el Estado colombiano con esta misma necesidad del padre ausente? Es decir, buscamos que nos reconozca, porque nunca nos ha visto, ¿nos conformamos con sus migajas porque es incapaz de garantizar todos nuestros derechos?
Ante esta reflexión, me inquieta una población que se conforme solo con que lo saquen a jugar, le den subsidios asistenciales y uno que otro programa social, sólo porque no conocemos algo mejor, me preocupa que lo más mínimo continúe siendo el motivo de recordación.
¿Será que si se construyen otras formas de paternar estaremos construyendo otras formas de participar en la vida pública?
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/luisa-garcia/