Menos ideología, más educación

Menos ideología, más educación

Escuchar artículo

Esta semana se publicó una columna en La República de la afamada activista de derecha Jerome Sanabria. Su activismo, enfocado en batallar la reforma pensional de Petro, tiene muchas cosas destacables. La atención que ha captado no creo que sea ni inútil ni negativa para el país, aunque yo no esté de acuerdo con la gran mayoría de las cosas que dice. No obstante, en su columna de esta semana, “Menos Marx, más Hayek”, demostró que Sanabria, más que un profundo entendimiento de las raíces del movimiento que promueve, está más motivada por unas bases algo extremistas y sesgadas en la derecha.

Es un mito poco novedoso, pero que ha seguido cogiendo tracción, el de que las aulas del mundo sufren de un terrible sesgo “izquierdista”. En EE. UU., Musk y Trump recortaron el 90% del presupuesto del Ministerio de Educación por sus inclementes lecciones sobre el racismo sistemático que ha sufrido el país y por ser, no muy diferente a lo que dice Sanabria, una cuna para el comunismo. Los programas educativos, si se dejan en manos de profesores y funcionarios, parecerían no poder evitar un viento terrible hacia la izquierda. Como bien lo dice Sanabria, “el problema es que la educación está cooptada por docentes que adoctrinan a diestra y siniestra”.

Sanabria enfatiza que tanto en el colegio como en la universidad ha sido presentada y obligada a leer a Marx, nunca a Friedman, Hayek o Solow. Marx, un escritor de filosofía cuyas ideas van mucho más allá de El Capital o el Manifiesto Comunista, le regaló a la humanidad planteamientos útiles, como que una ideología existe cuando dos hechos contradictorios pueden convivir dentro de un ser sin ningún tipo de disonancia cognitiva. Friedman, Hayek y Solow son filósofos económicos. Leerlos es bueno para la educación.

Pero debo atestar que enfrentarse con pensamientos tan distintos –como los de Marx–, que oponen y desafían en gran parte el sistema en el que vivimos hoy, es más educativo que el coro variado de Hayek, Friedman y Solow en su eterna defensa de algo que vivimos todos, todos los días. La educación, limitada en gran parte por el tiempo, la atención y la memoria de los estudiantes, para mí, en esa priorización imperfecta, debería exponer ideas diferentes y profundas. Entonces, como una estudiante que desea enriquecerse y traer algo de ese gigante compendio del pensamiento que ha creado nuestra especie, le recomendaría a Sanabria que se desafíe y recoja algo de curiosidad la próxima vez que se cruce con Marx, Hayek o Friedman.

Tampoco crea que la educación sufra de un sesgo de izquierda terrible. Sí es verdad que la academia, al ser sondeada, tiende más hacia la izquierda –aunque en realidad más a un centro tibio– que a la derecha. Pero la academia, para ser cooptada por el adoctrinamiento de izquierda, tendría que superar la cantidad de escalones (sobre todo en la oficial) que dicta su currículo. Pensar que en los salones de Colombia sucede un adoctrinamiento masiva a los jóvenes, inocentes en su pensamiento, que saldrán pintados de rojos, es más una teoría conspirativa que una realidad. Si quiere vivir algo de adoctrinamiento en el salón, se lo recomiendo yo, que soy economista: en esos salones nos presentan algunas “realidades” del capital, la productividad, el trabajo y el desarrollo que siguen el modelo capitalista sin cuestionarse. Y no lo considero adoctrinamiento, sino que hay ideas que, para conformar una profesión, se presentan como verdades prácticamente absolutas.

Otro argumento, desmontado por muchos antes que yo y de mucha mejor forma, es que deberíamos prohibir o evitar las escrituras de Marx por cómo fueron interpretadas por terribles regímenes como el de Mao, Castro o Stalin. Pues entonces, también deberíamos abandonar a Nietzsche por dar paso al concepto de Übermensch, usado repetidas veces por Hitler. Como jamás deberíamos volver a enaltecer a Bolívar por cómo Chávez utilizó su figura en su gobierno. Ignorar ideas por cómo han sido interpretadas, probablemente, descalificaría también al capitalismo por el sufrimiento que ha causado.

La educación, en mi opinión, es rica cuando nos enfrenta con ideas contrarias a las nuestras, y también lo es cuando nos equipa con argumentos para defender aquello que admiramos. Sanabria, demasiado cegada por la venda de la ideología –que permite que en ella coexistan una estudiante con deseo de tragarse todo el conocimiento que se le acerque, mientras convive con la creencia profunda de que hay tal cosa como ideas que no merecen, ni siquiera, exposición–, parece ignorar esto. Yo le deseo que siga leyendo a Marx de vez en cuando. Está bien que prefiera a Solow (por aburrido que sea). Pero, ¿para qué leer si nunca nos atrevemos, así sea, a desafiarnos?

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-felipe-gaviria/

4.6/5 - (9 votos)

Compartir

Te podría interesar