Si la Registraduría anuncia mañana -o en los próximos días- que el proceso de recolección de firmas para la convocatoria a la revocatoria del mandato del alcalde Daniel Quintero Calle fue válido, en un plazo menor a dos meses estaríamos votando para que éste se vaya o se quede en su cargo por el resto del periodo.
Yo voy a votar por el SÍ, es decir, porque se vaya de su cargo y que esto permita convocar a nuevas elecciones para que la ciudadanía pueda elegir un nuevo alcalde, ojalá no de la corriente de Quintero, que organice el desorden en el que estamos, levante el tapete para evidenciar las estructuras de contratación que se lucran de lo público y rompa lo poderes paralizantes que gobiernan nuestra ciudad en la actualidad.
Ahora bien, hay cosas que me preocupan. Tenemos claro el qué, revocar, y el cómo, el proceso revocatorio (y toda su tramitología), pero es muy vago el porqué, el para qué y el quién.
En el porqué hemos dicho de todo: que el alcalde es mentiroso, corrupto, vago, que no sabe dónde está parado, que responde a intereses privados, que no entiende lo público pero, en esa difusión de mensajes, aunque muchos sean reales, no hay un llamado unificador que dé claridad a los ciudadanos a los que se quiere movilizar.
El para qué es otro rollo: en general, la gente tiene una idea poco construida de cómo va a impactar a Medellín en el corto, mediano y largo plazo, todo lo malo de la administración Quintero. Hay que contar bien qué tiene que llegar a hacer la persona que lo reemplace para que todo lo avanzado en las últimas décadas no se pierda y la ciudad no quede al garete hacia el futuro.
Ahora, el quién: esta es mi mayor preocupación. La gente está creyendo que, ganando la revocatoria, es decir, ganando el SÍ y cumpliendo todos los umbrales que se necesitan, la cosa está lista. Se les olvida que luego de eso hay elecciones de nuevo y que -toco madera- Quintero, por interpuesta persona, puede volver a ganar. ¿Con quién vamos a competir que tenga posibilidades de enfrentar una maquinaria llena de plata y sin escrúpulos? ¿Hay un candidato de unidad para enfrentarlo?
Quintero está jugando sus cartas: sabe que su enemigo público debe ser el uribismo para polarizar la elección como sucedió en 2019; sabe que tiene que generar confusión alrededor de la transparencia del proceso de recolección de firmas y ya lo hizo con la impugnación y las tutelas que promovió; sabe que debe mostrar gestión y rendir cuentas para vender humo y ya reunió miles de personas en la Macarena para mostrar el recorrido de sus dos primeros años en la administración; sabe que debe repetir, repetir y repetir hasta el cansancio en mantra del Fajardo-GEA-Uribismo y ahí anda hablando de eso en su revista favorita.
Mientras tanto, nosotros, los que creemos que se debe ir nos basamos en eso, en una creencia, pero nos falta ser más contundentes con el mensaje, en los medios y con el candidato que lo vaya a enfrentar. Que no sea este un error táctico que le dé viento a dos políticos nefastos: Petro y Luis Pérez.