La palabra de Cassandra

La palabra de Cassandra

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Cuando tenía seis años, mi abuela me regaló un libro de mitología griega. Me perdía entre sus páginas durante horas, absorbiendo cada detalle de la Titanomaquia, del nacimiento de Afrodita, o mi favorito, de cómo a Zeus le partieron la cabeza y de allí salió Atenea vestida gloriosa con su armadura. Podía pasar horas leyendo y releyendo las historias, y en mis pequeñas libretas hacía mis propios árboles genealógicos del Olimpo.

No he podido superar esa obsesión por la cultura y mitología helénica, y entre más literatura leo, más me doy cuenta de lo útil que es; en casi todos los libros contemporáneos he encontrado referencias a las historias que los griegos utilizaban para entender el mundo, pero más recientemente empecé a notar cómo estas mismas historias también pueden ser un espejo de lo que pasa en el mundo de hoy.

Ahora, mi mito favorito es el de Casandra. Como hija del rey de Troya, Casandra fue primero bendecida por Apolo con el don de la profecía, aunque fue maldita por rechazar las intenciones carnales del dios de la música. Por esto, las profecías de Casandra nunca serían creídas.

Fue señalada como la loca de Troya por sus presagios, aunque todos resultaban ser ciertos. Y cuando el famoso caballo de madera fue descubierto afuera de las puertas de la ciudad, a pesar de las reiteradas advertencias de Casandra, los troyanos celebraron la bandera blanca de los griegos y recibieron la ofrenda como eso mismo. Ya sabemos, pues, que al caer la noche los griegos salieron del estómago hueco del caballo y conquistaron la ciudad como una última victoria en la guerra que perduraría durante muchos siglos en las palabras de Homero.

Sin importar los siglos que hayan pasado desde que escribieron la Ilíada, la historia de Casandra se repite. Casi como si fuera una coincidencia divina, enviada por el Olimpo para que los mortales del hoy atemos los cabos, recientemente supimos que las denuncias de la cantante Cassandra ‘Cassie’ Ventura contra Sean ‘Diddy’ Combs son ciertas.

Los presuntos crímenes del productor y rapero se remontan hasta 1996, aunque la primera vez que una mujer lo denunció fue en 1999 cuando dijo que él le había disparado en la cara. Entre muchas otras acusaciones, su exchef denunció maltrato laboral y acoso sexual en el 2017, y el augurio helénico del que escribo aquí fue denunciado en el 2023.

Cassie, quien había mantenido una relación con Diddy durante más de diez años, entabló una demanda en el 2023 alegando que él la había violado, obligado a tener relaciones con trabajadores sexuales, y agredido físicamente. Por su parte, Diddy negó las acusaciones, diciendo que todo era un plan para que Cassie aumentara el dinero en su cuenta bancaria.  

De todo esto, Newsweek dijo que la reputación de Diddy estaba dañada, “pero no destruída.” Muchos se tomaron las redes para criticar la manera tan pública en la que Cassie “buscaba ensuciar el nombre de Diddy.” Otros también la tildaron de estúpida por haberse quedado en una relación abusiva “teniendo todos los recursos para irse.”

“Están intentando derribar a todos los hombres con la ayuda de las mujeres que quieren el último gramo de la atención que el público no les da desde hace años.” Me demoré menos de 30 segundos en encontrar trinos que la llamaban tanto calculadora como imbécil ¿Cómo se puede ser los dos a la vez?

 Pero cuando hace una semana CNN reveló un video en el que Diddy golpea a Cassie, pateándola, agarrándola por el cabello, y tirándole una botella de vidrio, el discurso cambió. También nos dijeron que, en su momento, Diddy le había pagado 50 mil dólares al hotel donde sucedió todo para que el video no saliera a la luz pública, en el 2016.

Cómplices en todos lados, porque el abusador no es solo el que da el primer golpe; son todos quienes la humillaron, la insultaron, y la trataron de mentirosa. Los medios que lo protegieron, los guardias de seguridad que no llamaron a la policía cuando vieron lo que sucedía, y por supuesto, quienes aceptaron el soborno. Ahora, me hago la misma pregunta que se hace The Guardian; ¿por qué tuvimos que ver un video tan horripilante para creerle a Cassie?

Aunque este caso sucedió en Estados Unidos, no lo veo muy alejado a la realidad que se vive en Colombia. Lo primero que nos preguntamos cuando escuchamos una noticia de estas es ¿qué hizo ella? O teniendo plata, teniendo el hogar de sus padres, ¿por qué no simplemente huyó?, ¿por qué no lo denunció antes?, ¿por qué habla en contra de un hombre con plata?, ¿es que todos los hombres con plata son abusadores?

Pareciera que las víctimas de abuso, que en su mayoría son mujeres, deben pedirle permiso al mundo para poder procesar sus experiencias dolorosas. Pareciera que las mujeres hubiéramos heredado la maldición de Casandra, porque no se nos cree a menos de que salgan los soldados de la barriga del caballo. Y muchas veces hasta cuando salen, se les olvida que no nos creyeron. O nos dicen que no nos escuchamos. Para la próxima, ¡grite!

Se supone que existe la presunción de inocencia, pero pareciera que solo cuando se trata de un abusador. Porque ante acusaciones de mentirosas, histéricas, o interesadas, nunca se asume que de entrada, somos inocentes. Nunca se asume que, a pesar del martirio social al que son sometidas las víctimas, pueden estar hablando con la verdad.

Homero nos deja claro que en sociedad es más importante la credibilidad que la verdad. Entonces, les pregunto yo, ¿qué tienen que hacer las víctimas para ser tomadas en serio? Porque ya han ganado premios Pulitzer, se han graduado de abogadas, han seguido el debido proceso, han buscado apoyo psicológico. Han demostrado que incluso después de denunciar pueden ser apuñaladas en una vía pública, que lo que el estado les ofrece como protección no es suficiente para resguardarlas ¿Qué es lo que tienen que hacer para que se les trate con dignidad? 

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/salome-beyer/

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