Sería fácil hacer una columna con todos sus errores. No, no es cierto; no sería fácil. Sería complicadísimo meter en 700 palabras los errores cometidos por ellos en sus respectivos mandatos. Y eso que sólo estoy hablando de los vivos.
Es más sencillo hacer una columna agradeciéndoles sus aciertos, que son más escasos pero no menos importantes. Vamos en orden cronológico para no herir las susceptibilidades de la masa y no poner de último al que consideran más importante o de primero a cualquier sobrevalorado.
Al ex presidente Gaviria hay que reconocerle dos cosas: su derrota a Escobar y la Constitución Política del 91. Sí, ya sé que en ambos hechos participaron más personas y no fue solo él quien estuvo al mando de las operaciones del primer hecho ni fue el único que impulsó la nueva carta magna, pero aquí se trata de evidenciar asuntos relevantes de cada mandato que contaron con la garantía de sus liderazgos.
Sigamos con Samper. El bogotano, entre otras cosas, gestionó la creación del Ministerio de Cultura y del Sisben. Además, el gobierno del Salto Social hizo una fuerte apuesta por la recuperación económica del campo con el programa Plante para campesinos, buscando aliviar un poco las cargas luego de la apertura.
Andrés Pastrana, bueno…aquí se complica un poco la cosa, pero el presidente conservador tuvo sus aciertos, aunque no crean. Primero, puso en el plano internacional el conflicto armado colombiano y se comprometió con una agenda de negociación en la que cabía un bus de lado pero que debe ser reconocida como un hito en la búsqueda de la paz. Segundo, base además para su sucesor, consiguió la financiación del Plan Colombia, cuya inexistencia hubiera puesto en aprietos al Estado colombiano en su lucha contra los grupos armados.
Álvaro Uribe. La derrota militar a las Farc y la desmovilización de los grupos paramilitares son los hechos más destacables si se evalúa rápidamente su gobierno. El expresidente devolvió la confianza en sí mismo a un país desmoralizado por años de violencia y creó las condiciones para que la viabilidad institucional fuera la base del crecimiento económico.
Santos. El expresidente de escasa popularidad interna y alto reconocimiento externo dejó en su legado el fin del conflicto con las Farc, nada más y nada menos. Además, ausente por estos días de improvisaciones del gobierno Duque, el manejo de las relaciones internacionales ha sido, tal vez, mejor que el de todos sus predecesores.
Por último, de ambos hay que rescatar algo en común que no se van a reconocer entre ellos: la voluntad política en la lucha contra la pobreza.
Sí, todos han hecho cosas buenas. Muchas más que las que caben en esta columna. No todo con ellos ha sido malo y estoy seguro de que todos han querido dejar un país mejor del que encontraron. Gracias por eso, pero recuerden que ya son ex. No sean tan tóxicos y dejen de joder.