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Los medios de comunicación tienen agenda política. Esto es verdad siempre, aun si sus objetivos políticos no corresponden a intereses electorales o no representan poderes hegemónicos. En el sentido más básico, informar es ofrecer al público conocimiento a través de un discurso; el tipo de discurso y la elección del contenido son decisiones políticas en tanto que tendrán, inevitablemente, un efecto público de algún nivel.
Decir esto y afirmar que de ello no cabe duda, no es decir que los medios por perseguir una agenda sean malos. Al contrario, sería positivo que el ejercicio periodístico en búsqueda de sus más altos estándares, reconociera con responsabilidad sus propias razones y sesgos; y si se quiere, por qué no con orgullo. Sin embargo, la regla de los medios -y más de los poderosos- parece ser todo lo contrario.
Dependiendo del medio, es entendible encontrarse con sesgos políticos y activismo discursivo. Como consumidores, parte del ejercicio de informarnos debe incluir aprender a distinguir la ideología política que hay tras los discursos informativos.
Cuando se trata de medios que representan intereses hegemónicos a nivel mundial o que tienen liderazgo internacional en el mercado de la información, es fácil entender lo que hay detrás de sus elecciones discursivas. Es el caso de las principales cadenas televisivas y publicaciones escritas en Estados Unidos que, especialmente en época electoral, suelen presentar información con vaguedades y matices que permiten entender a qué candidato apoyan.
Pasa lo mismo con el cubrimiento de la guerra en Ucrania y Palestina y el oriente medio. Por ejemplo, cuando se trata de Rusia algunos medios internacionales son claros en señalar culpables e intenciones; los mismos suelen ser a la vez imprecisos y confusos hablando de las acciones de Israel.
Lo que resulta difícil de entender es que sobre estos temas, medios Colombianos hagan las mismas elecciones discursivas.
Recientemente Noticias Caracol calificó el bombardeo de Israel a un barrio residencial en Beirut como “fuego cruzado entre Hezbolá e israelíes”. La elección de palabras no es honesta en tanto que Hezbolá no atacó a Israel al mismo tiempo; de hecho, Hezbolá en sí no es un grupo militar sino el partido que gobierna en Líbano (aunque es innegable y comprobable que tiene un ala paramilitar y terrorista).
La era de las redes sociales ha desencadenado una avalancha desinformativa sin precedentes y muchos medios con posiciones hegemónicas en el mercado de la información parecen estar a la orden para unirse al sensacionalismo, reporte de noticias falsas y clic bait*. Nos queda a los consumidores preguntarnos: ¿lo hacen para promover un discurso político particular o para dinamizar sus ganancias con las oportunidades de los nuevos mercados digitales? O, tal vez, ¿existen otras razones?
*Inglés que puede ser traducido literalmente como “carnada de clics” que quiere decir presentar algo dudoso, falso o vago pero interesante para captar interacciones.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/pablo-estrada/