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“En un país de padres ausentes, la revolución es quedarse”

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“En un país de padres ausentes, la revolución es quedarse”. Esta poderosa frase del libro “Papá presente” de Lucas Velilla da muestra de una muy triste realidad: la paternidad consciente en nuestro contexto se ejerce de manera excepcional.

Generaciones y generaciones de colombianos han crecido con padres proveedores, lejanos o simples desconocidos, independientemente de su clase social. No es un secreto que en este país las madres solteras o jefas de hogar han sacado adelante a sus hijos sin más apoyo que el de su propia fuerza y en ocasiones abuelas que se suman con entereza a la tarea de criar. Sin embargo, los últimos años, ¿tal vez décadas?, toda una serie de padres presentes han venido revolucionando la imagen tradicional de la paternidad.

Hombres que asumen su rol con la responsabilidad que esto implica. Que se enfrentan a sus propias creencias y a lo que conocen de la paternidad para reinterpretarla, para ejercerla desde el amor, para acompañar a sus hijos e hijas en su proceso de crecimiento, para aprender junto a ellos, para desmitificar esa masculinidad tóxica que pretende impedirles demostrar su afecto y vulnerabilidad sin tapujos. Hombres que deciden ser padres en todo el sentido y no en el meramente biológico.

Así que hoy, pretendo hablarnos a nosotras, las mujeres, madres que tenemos la fortuna de que nuestros hijos tengan papás presentes, amorosos, comprometidos y conscientes. Mi mensaje es el proceso de mi propia reflexión de estos 4 años largos de maternar, de luchar contra mi instinto de controlarlo todo, contra mi creencia preestablecida y sumamente equivocada de que solo las mujeres sabemos cuidar correctamente a los hijos, contra esa obsesión machista de que todo se haga a mi manera en cuestión de crianza.

El mensaje es sencillo: dejémoslos paternar a su manera.

Papá y mamá somos diferentes y creamos nuestras propias relaciones y vínculos con nuestros hijos. Tenemos maneras diversas de relacionarnos con ellos. Unos, escogemos el cuidado; otros, la diversión. Algunos, la disciplina amorosa, y otros una flexibilidad con ciertos límites. No somos iguales, no podemos serlo y no podemos pretender que lo seamos.

Entonces, si papá decide vestir y cuidar a la niña… ¿qué importa que el vestido sea morado, las medias amarillas y los zapatos rojos?, ¿por qué es importante que le lave primero los dientes y después le ponga la pijama?, ¿dónde dice que todos los días debe leerle el cuento del libro sobre la mesa en vez de inventar historias de superhéroes?.

Todos estamos aprendiendo. Ni papás, ni mamás venimos con conocimientos de crianza, ni los hijos con manuales de instrucciones, así que, como a cada uno se nos ocurra, o nos nazca tejer esa relación con nuestros hijos e hijas, siempre que sea desde el amor, el acompañamiento y el respeto, pues ¡está bien!.

Un papá presente y amoroso no es el que se comporta exactamente igual a como nosotras lo haríamos, así nos duelan los ojos cuando vemos salir a la hija con un peinado de loca; ni el que su crianza es una réplica de lo que nosotras queremos, ni el que toma las decisiones que nosotras tomaríamos.

Esta es una invitación (para mí también, por supuesto), de soltar un poquito el control, de celebrar que tenemos la fortuna de que nuestros hijos tengan un papá que está al 100% y que quiere estar, (suena increíble, pero es una fortuna) y dejarlos ser y de simplemente observar cómo se forma esa relación hermosa y necesaria padre- hijo, y hasta aprender de ellos, porque seguro hay cosas que hacen mejor, o más fácil que nosotras.

Yo hoy celebro al papá de mi hija, que es sin duda el mejor que ella pueda tener. Agradezco verles jugar, reír y compartir en total libertad su tiempo y espacio. Aprendo cada día de su forma simple de llevarla y de su capacidad de ser niño a su lado. Y doy gracias porque ella pueda tener sus enseñanzas, que sin duda serán transcendentales para su vida.

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/manuela-restrepo/

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