El Valle del Agua

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Vuelve a asomarse a la vuelta de la esquina una nueva temporada invernal en Medellín. Luego de las tragedias que sufrimos en las últimas épocas de lluvias, ¿estamos preparados para gestionarla?

Medellín es un valle riquísimo en aguas: por nuestras montañas descienden miles de quebradas caudalosas que desembocan en el Río Medellín, la arteria de la ciudad. Sin embargo, hemos cometido errores en la planificación urbana, que lejos de aprovechar, cuidar y hacer de estas aguas nuestra gran riqueza, las han convertido en el mayor riesgo para la población. Medellín se planeó como una ciudad que debía crecer hacia el valle, protegiendo sus montañas laterales y los cauces que descendían por estas. Sin embargo, el desarrollo se dio al revés: llenamos el valle y las laderas de pavimento y edificaciones que impermeabilizaron completamente el terreno y sus superficies, razón por la que el agua no se filtra y escurre rápidamente a las quebradas y estas al Río.

Según la subsecretaría de Recursos Naturales, las 4.217 quebradas de la ciudad representan algún grado de riesgo, y 12 de ellas podrían causar una tragedia: La Presidenta, Doña María, La Frisola, Malpaso, Marucha, La Picacha, Peña Liza, La Hueso, Altavista, La Madera, La Iguaná y San Pedro. El origen del problema se remonta al pasado, tomamos un camino equivocado para gestionar nuestras aguas tapándolas, enterrándolas, convirtiéndolas en basureros o canalizándolas en estrechos cauces que no tuvieron en cuenta su caudal.

Investigadores de la Universidad Nacional y la UdeA advirtieron sobre la afectación que la deforestación y la pavimentación de las laderas ha causado sobre las microcuencas del valle. Lejos de ser casos aislados, este será un problema permanente en Medellín en las próximas décadas. Lamentablemente, cuatro años se perdieron con esta administración, que no solo no hizo nada para construir soluciones, sino que además inundó de corrupción a las entidades responsables de atender esta materia:

La Contraloría General de Medellín determinó que el actual POT tiene desactualizada la información sobre la red hídrica de la ciudad, al menos nueve quebradas protegidas no están georreferenciadas. A su vez, Camilo Quintero Giraldo (ex subsecretario de Medio Ambiente) relató que durante la elaboración del Plan de Desarrollo la secretaría de Medio Ambiente pidió $100.000 millones para gestionar y mantener las quebradas de la ciudad, y Quintero no solo no atendió esta petición, sino que además propuso los presupuestos anuales más bajos de la historia para esta dependencia.

Hasta 2019 EPM ejecutó el proyecto Centro Parrilla para modernizar las raíces del Centro, construyendo 41 km de redes de acueducto y 48 km de alcantarillado, recolectando y llevando a planta de tratamiento 107 descargas de aguas residuales que antes caían directamente a las quebradas. Esta administración decidió no continuar con esta modernización. Finalmente, aun cuando el Plan de Acción Climática lleva dos años en letra muerta, sin presupuesto claro ni acciones concretas, a falta de 11 meses para finalizar su gestión el alcalde sigue haciendo anuncios de planes y proyectos sin ejecución ni efectividad alguna.

Por otra parte, el secretario encargado de frenar la construcción y el loteo ilegal (Carlos Mario Montoya), fue sancionado por construir ilegalmente en un lote de conservación. A su vez, Quintero ha tenido tres directores en el Departamento de Gestión del Riesgo de Desastres, algo sumamente delicado en una institución que debería dirigirse con criterios técnicos, y de ninguna manera políticos. La entidad ha contratado a dedo a personas sin experiencia en prevención y atención en desastres, que presuntamente no cumplen ninguna función y que copian y pegan sus manuales de funciones y rendiciones de cuentas sobre sus actividades. El alcalde le entregó el DAGRD a su exconcejal destituido por hacer política con recursos públicos, para que lo usara como botín burocrático para contratar amigos, familiares y ex parejas a cambio de votos y parte del salario que reciben. El saldo de politizar entidades como el DAGRD y poner en riesgo su carácter técnico limitando la continuidad de sus directivas cambiándolas permanentemente, y reemplazando a sus funcionarios con burocracia no calificada, se ha pagado con vidas:

  • En 2022, La comunidad, el Concejo y los Bomberos habían advertido a la alcaldía sobre el riesgo de derrumbe en San Antonio de Prado. Días después se dio el deslizamiento y murieron 2 personas ¿Qué hizo el DAGRD para prevenir esta tragedia? ¿Hubo advertencias a la comunidad? ¿Hubo órdenes de desalojo? ¿Hubo inspección? ¿A cuáles funcionarios se encargó el seguimiento?
  • En enero de este año se presentó otra tragedia: dos personas murieron atrapadas en su vehículo en medio de un deprimido inundado. A principios del año el IDEAM había anunciado lluvias peligrosas, la cámara del SIATA mostró la inundación en el lugar ¿Por qué 120 personas del personal del DAGRD y del 123 no tenían contrato en una ola invernal anunciada? ¿Por qué la ayuda solo llegó 4 horas después? ¿Se atendieron las denuncias de periodistas diez días antes de la tragedia sobre acumulación excesiva de basura en la zona? ¿Se hizo mantenimiento al sistema de desagüe? No es este un caso de fuerza mayor, la cual se configura en hechos imprevisibles de la naturaleza como un terremoto, no un vendaval anunciado por el IDEAM. Si algo hemos aprendido a prever son las precipitaciones.

La alcaldía debe asumir responsabilidad por su negligencia, no puede ser que esté muriendo gente en tragedias avisadas y todo siga como si nada. ¿Quién responde? ¿Por qué el concejo no propuso moción de censura contra la directora del DAGRD?

Medellín es una ciudad con una topografía compleja, con construcciones cerca de quebradas, en barrancos o al pie de amenazantes montañas. El cambio climático, con la cantidad de precipitaciones que acarrea, acrecienta el riesgo al que están expuestas las comunidades más vulnerables. Claro el problema, pasemos a las posibles soluciones:

Lo primero que hay que hacer es sacar a Quintero, a sus socios corruptos y a su burocracia incompetente, ganándoles las elecciones y desterrándolos del servicio público para que no vuelvan a manejar un peso público en sus vidas. Hecho esto, debemos retomar y construir los planes de mitigación y adaptación de la ciudad al cambio climático, aclarando que aun cuando debemos persistir en mitigar el cambio climático, el desafío inmediato es la adaptación: podemos cambiar el territorio en el que cae el agua a través del POT, una herramienta poderosa que el próximo Concejo discutirá. Aquí un par de ideas:

  1. Medellín tiene un déficit habitacional enorme, lo que ha llevado a las personas a buscar hogar en las riberas de las quebradas. Luego la ciudad necesita con urgencia construir vivienda para trasladar en condiciones dignas a las familias más vulnerables que viven en zonas de alto riesgo. En las comunas 1 y 2 hay ejemplos exitosos que podemos replicar.
  2. La clave para mitigar el desbordamiento del río y las quebradas pasa por reducir la velocidad con la que una gota de agua baja desde la montaña hasta el Río. Para esto debemos implementar soluciones basadas en la naturaleza: Los bosques ralentizan el curso del agua, que cae en sus hojas, es absorbida por el suelo y retenida por las raíces, que evitan la saturación y la liberan lentamente hacia las quebradas cuando hace mucho calor. Luego necesitamos aumentar el área de parques, zonas verdes arborizadas y suelos blandos que actúen como esponjas urbanas que ayuden a frenar la furia del agua que escurre por las calles después de cada aguacero. Si en las laderas de Medellín existiera suficiente vegetación y suelos no intervenidos, el agua se filtraría y tardaría mucho más tiempo en llegar a los afluentes.
  3. Proteger el cinturón verde a través de parques lineales que sirvan como escudos protectores de las cuencas de quebradas. También es necesario des-canalizar y destapar muchas de ellas, dejándolas como corredores biológicos custodiados por árboles y vegetación resistente a las crecientes. Además, debemos actualizar los estudios hidrográficos para saber con exactitud cuál es el estado de las 4.217 quebradas y cómo intervenirlas.
  4. A nivel barrial y comunal, apostarle a techos, azoteas y paredes “verdes”, como cubiertas con jardines y huertas que absorben y recogen aguas, abasteciendo la ciudad de “«cosechas de lluvias» que podrían reutilizarse para regar jardines, lavar carros y desarrollar actividades que no requieren su potabilización.

Cierro esta columna con créditos a Álvaro González Uribe: abogado, periodista, escritor, maestro y amigo, que en una columna suya de hace un tiempo, acuñó el término «El Valle del Agua». Lejos de pretender robar el concepto, es un reconocimiento de que lo que está bien escrito y bien elaborado debe dejarse así, en lugar de aspirar a una originalidad que después de veintiún siglos resulta de difícil obtención. Recomiendo este y todos sus escritos.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-jaramillo/

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