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Juan Felipe Gaviria

El Tigre, un líder inquebrantable

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El barrio Santo Domingo queda en el sector de Carpinelo, en el noreste de Medellín. Sus casas ladrilladas cubiertas por techos de zinc confrontan la densidad urbana con sus patios cultivados de papas. Su nombre hace referencia a la Virgen del Consuelo, patrona especial de Turín y el Piamonte, quien era adorada por los italianos que inmigraron al país cuando se terminó la segunda guerra mundial en Europa. Su explosiva expansión en los años 80s y 90s no tuvo planeación urbana y sus habitantes apenas podían satisfacer necesidades básicas. La alcaldía se demoró en conectar el barrio invasor a la infraestructura de utilidades y no fue hasta el 2011 que Carpinelo 2 se incorporó oficialmente al municipio de Medellín y la Comuna 1.

“El Tigre”, como le dicen sus amigos por su carácter fuerte, era uno de los 10.000 habitantes de este barrio santificado. Él ha creado e impulsado una variedad de proyectos sociales para darle a su barrio “lo que nunca tuvo”.

En su familia ha visto de todo, el tío narco, el primo guerrillero, el otro primo sicario. Casi todos los que han jugueteado con violencia en su familia, han pagado con su vida. Por eso, cuando se salió del colegio y entró a prestar servicio militar, se quiso volar “por ver tanta cosa.”, como él dijo. Pero antes de irse como un objetor de consciencia, coqueteó con el liderazgo y conoció la frustración provocada por la corrupción. Era el encargado de recibir la plata para comprarle la comida a su batallón. No lograba ignorar cómo el presupuesto para alimentar a sus compañeros se iba menguando cuando pasaba de mano a mano entre generales, coroneles y tenientes. Sentía la rabia por cómo le robaban calorías preciadas a sus compañeros en los días largos y húmedos arrastrando botas de caucho por el monte.

Cuando volvió a Medellín y terminó bachillerato, entró a estudiar ingeniería civil. Siempre lo había llamado la arquitectura, pero quería algo con más matemáticas porque siempre había sido bueno con los números. Estudiando en la universidad, con recursos limitados, cogía mangos en la de Antioquia cuando no le daba para llevar plata para almorzar. “Aprendí a sufrir cómodamente”, me contó. Volvía a su casa, al amor de su mamá y a la compañía de su familia; también a la de su mascota, Fiona, una gallina.

Es un hincha a morir del Verde. Se unió con unos amigos para crear la barra de “Carpinelo Verdolaga” y empezaron a pintar escudos del club alrededor del barrio. Un día, unos grafiteros del Barrio Popular le preguntaron si él era el grafitero de los murales verdes. Él dijo que no, que simplemente estaban pintando por su amor a su equipo. Los grafiteros, confundidos, le preguntaron que entonces él cómo se denominaba. Desde esa pregunta decidió incurrir más en el mundo del arte urbano y, con esfuerzo, ganarse el título de grafitero.

Esta exploración en el mundo del arte urbano le dio alas al Tigre, que desde chiquito había tenido la costumbre de rayar su nombre y apodo en pupitres, papeles y muros. Sus aprendizajes le dieron forma y método a un impulso que estaba dentro de él. Se dio cuenta y fue aprendiendo del poder que tenía el arte para transmitir las frustraciones sociales que cargaba. Encontró que “el arte es una forma de salvación para mucha gente” y él quería ser quien ayudara a esparcir ese secreto. Empezó a dar talleres de arte urbano a los niños de su barrio. Invocaba e invitaba a sus estudiantes a que exploraran sus sentimientos y que los dejaran salir. Ayudó a muchos de ellos, que venían de familias difíciles y humildes en un barrio donde la violencia y las drogas son una realidad rutinaria.

En el 2019, con el estallido de las protestas sociales, El Tigre intuyó la necesidad de “alzar la voz por medio del arte” y de “saber usar la rebeldía.” Se unió con 150 grafiteros de todas partes del país y con el apoyo de la alcaldía montaron murales para impulsar la creación de arte social con un propósito claro. Sus esfuerzos fueron reconocidos por Residente, cuando mostró uno de sus murales en un vídeo musical.

Fue en esas épocas que también empezó el movimiento “Somos Barrio”, donde educaba a niños en su comunidad sobre las diferentes formas de expresión y en el que trató de inculcar respeto por diferencias sexuales en una cultura donde todavía persiste la homofobia.

Sus enseñanzas las hacía bajo el manto del arte. Cada artista puede tener sus diferentes estilos frente al lienzo, algunos con más colores, otros con menos líneas, y otros más abstractos, pues las diferentes formas de expresión en el amor son igual de validas a eso.

El Tigre le da mucha importancia a la lucha interna contra “lo que debemos ser”. Protesta y se frustra, pues “muchas veces estábamos viviendo otras vidas” por encajar donde estamos. El lema que guía el espíritu de sus colectivos comunitarios, además de un amor tácito por las personas, es un dicho maya, “In lak’ ech, hala ken” o “Yo soy otro tú, tú eres otro yo.”

En la pandemia, se frustró con ver a los pelados encerrados y faltando a clase, pues solo 20% de su barrio tiene acceso a internet. Entonces decidió montar una biblioteca pública en el primer piso de su casa que estaba desocupado. Con unos amigos, recolectaron todos los libros que pudieron, filtrando los despedazados que la gente les entregaba y categorizando los que iban a prestar. Puso una condición para los niños que querían entrar a leer: no podían entrar armas; ni de juguete. Les ofreció un intercambio: un libro por una pistola. Tanto entusiasmo generó que los niños empezaran a recortar pistolas de papel para poder recibir otro libro del Tigre.

Su desdén por la violencia lo ha metido en líos. “Los manes de las vueltas”, como él les dice, lo consideraban una amenaza en su barrio. Sus libros seducían y se llevaban a los pelados que aquellos incorporaban en sus estructuras criminales. Su arte los distraía y les regalaba una profundidad que trascendía la facilidad material del mundo de las drogas. Prefiere mostrarles que no vale la pena esa “vida fácil” de “todo por la plata”. El respeto que se ha ganado el Tigre en su barrio y el amor de todas las familias que ha ayudado le ha regalado algo de inmunidad, pero sabe que no es invencible y siente mucho miedo todavía. Sabe que no hay forma de escapar a esa gente. Por eso, cuando se “le calentó la vuelta”, decidió que era mejor irse de Medellín y dejar atrás su barrio querido. No se quería hacer matar.

Frustrado, viviendo con un tío en el Meta, el Tigre no sabe muy bien para dónde va su vida. Ha aprendido a ayudar a su tío en su finca en los llanos orientales, pero ahora quiere, después de 8 años de entrega social, enfocarse un poquito en él. Se cuestiona: “entregué 8 años de mi vida y, ¿ahora qué tengo para mostrar? Ni una motico.” Siente que ayudó a todo el mundo menos a él mismo. Hoy, coge su bicicleta todos los días y se va a rebuscarse su plata para poder ahorrar. Me contó cómo, con algo de tristeza, que por ahora se quiere dedicar a él mismo.

Unos días después de nuestra conversación, el Tigre me escribió pidiéndome ayuda para apadrinar unos muchachos a los que les estaba enseñando grafiti y muralismo en Villavicencio. Me reí cuando vi el mensaje, y mi corazón se infló, porque definitivamente hay gente que es genéticamente buena, y había tenido el privilegio de conocer a una de ellas.
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Les dejo información para los quequieran apoyar a El Tigre.

«Nuestro propósito es crear un proyecto en Colombia con una prueba piloto en Villavicencio, Meta. La idea es contribuir al reconocimiento de los derechos humanos, la disminución de la violencia y la prevención del reclutamiento.

Usaremos los recursos para financiar un proyecto que impulse el arte y la cultura del graffiti; aportaremos a la transformación de prácticas socioculturales mediante metodologías que hemos construido desde nuestra experiencia en proyectos sociales en Medellín y el Valle de Aburrá.

Además, velaremos por la correcta apropiación del espacio público, la resignificación de la memoria de los territorios y la construcción de la cultura de paz

El costo de apadrinamiento es $22 USD o $100.000 COP por niño o joven, para que éste pueda acceder a la alimentacióny materiales de arte, además de que podamos cubrir los salarios de los profesores.

https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLScG_VOCMvhvuojXIZ3B_UgY9WELOVXZMFMlCYqvelk0LCT-QA/viewform
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