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Conocí a Orlando García en el 2016. Yo llevaba unas pocas semanas como director general de Sapiencia. Un día cualquiera, Orlando se presentó en mi oficina a ofrecerme su ayuda. Dijo que era un líder social de la Comuna 1 (Popular) de Medellín, pero luego entendí que era eso y mucho más. Orlando era uno de esos héroes discretos y casi anónimos, cuyo liderazgo ayudó a transformar a Medellín ya que fue protagonista de base del llamado ‘urbanismo social’.
Desde entonces tuve la fortuna de contar con sus consejos y que de vez en cuando me llamara a regañarme con su voz de locutor. A Orlando había que escucharlo. Encarnaba la experiencia de haber sobrevivido a múltiples tragedias y a la ciudad misma. Gracias a él entendí la importancia de mantener un contacto directo y permanente con ediles y líderes comunales. Aprendí a gerenciar desde la calle. Sin embargo, más que eso, sus lecciones fueron de esas que llaman “de vida”.
Orlando nunca se rindió. A pesar de las adversidades y sobre todo de sus quebrantos de salud, siempre se levantaba y seguía luchando. Le metía ganas a una vida a la que le dio sentido como una especie de emprendedor social. Era un tipo inquieto, con muchas ideas, muchos proyectos y muchas plantas con nombres en el balcón de su casa.
Pocas personas en Medellín lo saben, pero Orlando fue uno de los principales promotores de una idea que les cambió la vida a muchos de jóvenes del Popular, una de las comunas de la zona nororiental de Medellín con mayores índices de pobreza: utilizar parte de los recursos del presupuesto participativo para que los jóvenes de la comuna pudieran estudiar en la universidad. La educación como elemento transformador de la vida. Y así lo entendió él mismo. A pesar de que no fue beneficiario del fondo, Orlando logró graduarse de comunicación social gracias a la UNAD (Universidad Nacional Abierta y a Distancia), una institución que amaba entrañablemente.
Desde entonces, Orlando estuvo encima del proyecto; pasaban los alcaldes, pero él seguía allí. Por eso lo conocí. Cuando me buscó en la oficina se ofreció de manera desinteresada a ayudarme a revisar la reforma al reglamento del fondo. Se le dificultaba leer, pero le gustaba. Nos corrigió hasta la ortografía.
Esta iniciativa de presupuesto participativo de la Comuna 1 luego se fue replicando por toda la ciudad y al cabo de una década prácticamente cada comuna de Medellín contó con su propio fondo. Incluso recuerdo que, desde Sapiencia, en 2016 lideramos una campaña que llevó a que el proyecto de educación superior fuera el más votado del presupuesto participativo en toda la ciudad.
Luego supe que Orlando no solo era artífice del proyecto de educación superior, sino que era un destacado líder de los medios de comunicación comunitarios. Fue cofundador de la Corporación El Megáfono un referente muy importante de la “comunicación para la movilización social” en Medellín y que ha permitido consolidar proyectos comunicativos hace ya más de 15 años, como el Periódico La Uno o la emisora de radio digital “La Uno Radio”.
Sin duda, otro de sus legados, tal vez menos conocido que los ya mencionados, fue su participación activa en el Proyecto Urbano Integral (PUI) de la zona nororiental durante la administración de Sergio Fajardo; una intervención enmarcada en lo que luego se conoció como ‘urbanismo social’ y que se convirtió en el referente del llamado ‘Modelo Medellín’. El liderazgo social de Orlando fue clave para construir confianza entre la comunidad y el gobierno y para que ésta fuera llevada al papel mediante ejercicios de participación ciudadana denominados ‘Taller de imaginarios’ bajo el liderazgo de Alejandro Echeverry, César Hernández y John Octavio Ortiz, entre otros,
En fin. Estos son tan solo algunos de los aportes de Orlando García a la Comuna 1 y a Medellín. Un legado de participación ciudadana activa y constructiva que desde distintos espacios contribuyó a dar forma al ‘modelo Medellín’ y que nos convoca a una reflexión sobre la importancia de estos liderazgos en la construcción de la ciudad. La historia de Orlando García y la de muchos otros líderes sociales de Medellín, es la de un capital social resiliente, que le permitió a la ciudad superar sus momentos más oscuros y que podría tener la respuesta a la crisis actual inducida por Quintero.
Orlando superó muchos obstáculos y nos dejó un gran legado. Es hora que Medellín vuelva sus ojos genuinamente sobre estos liderazgos. Está bien fomentar ejercicios de liderazgo colectivo entre quienes hacen parte de las élites políticas, económicas y culturales de la ciudad, pero el ejercicio queda incompleto si desaprovechamos las posibilidades que nos brindan las conversaciones con líderes resilientes como Orlando García.
Lamentablemente Orlando ya no estará. Falleció el pasado 5 de mayo. Escribo esta columna en su memoria. Para difundir una pequeña parte de su legado. Para llamar la atención de las élites que siguen mirando de arriba hacia abajo. Para reivindicar el papel de la gente en la construcción de la ciudad. Allí están. Seguramente nos los vemos. Pero allí están y estarán para siempre. Héroes anónimos para el gran público, pero muy apreciados por sus comunidades. Medellín está hecha de muchos legados como el de Orlando.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/miguel-silva/