Tipos de contenido

Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Andrés Preciado

El empresariado en la seguridad ciudadana

Te podría interesar

"El empresariado debe pensar en la agenda de seguridad ciudadana cercana a sus intereses, sin miedos y sin amagues, esto no implica deificar su rol y posibilidad, existe un reto enorme en que el involucramiento en la seguridad termine privatizando su prestación como servicio público, dificultando su acceso privilegiado o generando exclusividades en las formas de prestación."

Elige el color del texto

Elige el color del texto

PDF

Esta semana se desarrolló en Colombia uno de los eventos más importantes del escenario público, privado y académico de la seguridad ciudadana en América Latina: la XII Semana de Seguridad Ciudadana organizada por el Banco Interamericano de Desarrollo en asocio con la Policía Nacional de Colombia y el apoyo de otras entidades nacionales e internacionales como la Universidad EAFIT, la Universidad de los Andes y la Universidad Rutgers.

El evento centró la discusión en torno a seguridad ciudadana en América Latina y los distintos procesos de reforma policial. Quiero referirme en esta columna a una cuestión central de la discusión para nuestros países y es el rol del sector privado, en particular del empresariado, en los temas de seguridad y policía. Hablar de empresariado es etéreo y no quisiera entrar en una discusión conceptual profunda, mi reflexión está encaminada a tratar de hablar al empresariado de mayor tamaño que tiene una gran capacidad de influencia económica y política, y a las organizaciones gremiales u otras formas de asociación que movilizan intereses, proyectos y narrativas del sector empresarial.

La primera idea que creo que es central es abandonar la visión empresarial que involucrarse en asuntos de seguridad es altruismo o responsabilidad social, que sigue siendo una forma de ver el asunto muy recurrente. En realidad, es una variable propia del contexto de los negocios que determina el campo central de la operación, las condiciones de seguridad influyen en tamaños y posibilidades de mercado, de generación de riqueza y condicionan las posibilidades de amplios territorios. El empresariado debe pensar la seguridad e involucrarse en ella de manera decidida y no como parte de sus actividades extra o como si solo se tratara de su red de contactos o formas de relacionamiento.

Ahí hay una forma de actuación que ha hecho mucha mella en la capacidad empresarial de influencia en el sector seguridad y es que el involucramiento parte de la cercanía y el trabajo “hombro a hombro” o de la defensa a ultranza de organismos de seguridad como la Policía o el Ejército. Si bien la construcción de confianza y cercanía es importante, la voz del empresariado es potente e independiente y en esa medida tiene la posibilidad y la caja de resonancia para dar conversaciones incómodas de temas complejos de gestión de la seguridad. Hace más daño al sector la defensa a ultranza de la fuerza que la crítica certera en asuntos que deben mejorarse, dar palmadas en la espalda a uniformados cuando es claro que no van bien ciertas cosas daña más a las instituciones que lo que realmente puede apoyarlas.

En el fondo, el papel del sector empresarial debe propender la idea de construcción de una cultura de la seguridad ciudadana basada en conceptos de corresponsabilidad con una posibilidad de juntar. Quizá entre los organismos de seguridad y los distintos niveles de gobierno se piensa en relaciones sólidas y construidas, mientras la realidad ha mostrado en la mayoría de los países latinoamericanos que esto no viene dado, y ahí el empresariado puede tender puentes de relacionamiento en torno a prioridades e intereses colectivos sobre estas esferas del gobierno, quizá como ningún otro grupo de la sociedad civil.

El empresariado debe pensar en la agenda de seguridad ciudadana cercana a sus intereses, sin miedos y sin amagues, esto no implica deificar su rol y posibilidad, existe un reto enorme en que el involucramiento en la seguridad termine privatizando su prestación como servicio público, dificultando su acceso privilegiado o generando exclusividades en las formas de prestación. Esto es algo que debe evitarse a toda costa pero que no debe inhibir la necesidad de llamar al empresariado a participar y vincularse en los asuntos de gestión local y nacional de la seguridad ciudadana en cada uno de los países de la región.

Nota: Esta columna surge de las conversaciones tejidas en el panel La seguridad ciudadana entre lo público y lo privado: ¿Qué puede aportar el sector privado? Por ello quiero agradecer la participación y las buenas ideas que aportaron y que retomo de César Restrepo (ProBogotá), Laura Gallego (ProAntioquia), David Gómez (ProPacífico), Juana Botero (COMFAMA), Selva Raggio (Foro Regional de Rosario, Argentina), Arturo Luján (Fundación FICOSEC, México), Carlos Medina (Asociación Colombiana de ciudades capitales (Asocapitales).

5/5 - (2 votos)

Te podría interesar