La sociedad colombiana creó unas expectativas alrededor de la formación académica en mí, y en muchas personas más, que el mercado laboral no ha sido capaz de cumplir, y el “gobierno del cambio” tampoco. Esta es quizá la generación más educada que ha tenido Colombia en términos de alfabetismo, número de bachilleres, tecnólogos, técnicos y profesionales, además de especialistas, magísteres, doctores y pos-doctores.
Sin embargo, cada vez son más las personas que desempeñan labores en áreas en las cuales no se formaron o en niveles inferiores a aquellos para los que sí estudiaron.
Fui a Brasil entre 2016 y 2019 a estudiar un doctorado. Eso representó para mí y mi familia una renuncia a todo aquello que teníamos aquí, y una inversión por eso que esperaba más adelante recuperar y obtener. Regresé al país comenzando el 2020, pero desde entonces no ha sido fácil conseguir trabajo. Por fortuna, las universidades me han dado la oportunidad de dictar cursos como docente ocasional y de cátedra.
Lo que muchos no saben, es que un docente ocasional es contratado durante 10 meses del año, de febrero a noviembre, y con el dinero de la liquidación y las vacaciones sobrevive los otros 2. Por su parte, un docente de cátedra trabaja 32 semanas, un poco menos de 8 meses (un “semestre” en la universidad en realidad dura casi 4 meses), es decir, el 60% del año. Este último no recibe dinero por concepto de “vacaciones” y además, dependiendo del número de cursos a su cargo, puede sobrevivir con la liquidación 1 o 2 meses, pero nunca le alcanzará para llegar a fin de año. De alguna forma se la tiene que rebuscar. Además de la incertidumbre que representa en ambos casos no saber si al año siguiente o el próximo semestre lo van a volver a contratar.
Esa es la realidad de muchos magísteres, doctores y pos-doctores que estudiaron en universidades del país o del extrangero con la ilusión de ampliar y profundizar sus conocimientos y experiencias y, por supuesto, mejorar sus ingresos económicos. Creo que muchos estábamos mejor económicamente antes de tomar la decisión de estudiar un posgrado y aún más en el caso de quienes para hacerlo salimos del país, por los costos que eso implica.
Muchas personas con doctorado nos ilusionamos el 10 de agosto de 2022 cuando el presidente Gustavo Petro, 3 días después de sus posesión, publicó en Twitter: “Para todo ciudadano o ciudadana con título de doctor en Colombia o en el extranjero que quiera colaborar con la conducción del gobierno, abrimos este link para que se pueda inscribir”. En el link se podía leer: “Si tienes doctorado, apórtale tu experiencia y conocimiento a nuestro país. Ven a trabajar con el Gobierno del cambio”. Si bien no voté por él, estaba dispuesto a colaborar para aportar a Colombia y, por supuesto, encontrar una oportunidad laboral que me permitiera mejorar mis ingresos económicos que desde mi regreso no han podido igualar a los que tenía antes de irme.
Es por esto que resultó bastante frustrante ver que después de inscribirnos 15.225 doctores, pasaban los días, las semanas, los meses y nunca obtuvimos una comunicación, ni siquiera una carta de agradecimiento por haber participado en el proceso de selección. Dos años después, la respuesta a un derecho de petición que solicitaba información al respecto fue: “Actualmente el Departamento Administrativo de la Presidencia de la República se encuentra adelantando el proceso de recopilación y verificación de la información”.
No hace falta recordar que Petro dice haber hecho estudios de doctorado que no ha terminado o que el Ministro de Educación, que ayer se durmió en el Consejo de Ministros, reprobó la defensa de su tesis de maestría la semana anterior, para evidenciar el desprecio de este gobierno por las personas cualificadas. La salida de los ministros con doctorado del primer gabinete como José Antonio Ocampo, Jorge Iván González o Alejandro Gaviria, así lo sustentan.
Colombia necesita elegir en 2026 un presidente que valore la educación, que nombre ministros idóneos en ese campo y que también tengan, además de experiencia gobernando, una buena formación académica, ojalá con doctorado.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-felipe-suescun/