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El nuevo gobierno nacional ha sido insistente en su intención de mantener abiertos los canales de diálogo y conversación ciudadana. El presidente incluso propuso, y se han hecho algunos pilotos tímidos a la fecha, una figura denominada “diálogos regionales vinculantes”, que se encuentran a medio camino entre espacio de participación para el plan de desarrollo y escenario de alineación de expectativas con fuerzas sociales locales.
En Colombia se ha extendido una idea injusta e injustificada: que la conversación y el diálogo son la excepción y fundamentalmente difíciles. Décadas de violencia interna y las recientes dinámicas de apatía política y al tiempo, polarización exacerbada darían razón a esta percepción. Sin embargo, docenas de organizaciones, iniciativas y grupos de ciudadanos confían de manera cotidiana en las posibilidades que la conversación y el diálogo pueden ofrecer al fortalecimiento de la democracia y la sociedad colombiana.
El año pasado, en el marco del componente “Diálogo de diálogos” de la iniciativa de diálogo nacional “Tenemos que hablar Colombia”, se identificaron al menos 62 escenarios de diálogo nacional y local activas en todo el país. Miles de personas participaron de las invitaciones que les hicieron las organizaciones que las lideran para sentarse a conversar con otros. Esto no podemos subestimarlo, precisamente, por lo extendido de esa idea de la imposibilidad de dialogar en Colombia; el año pasado el país vivió un estallido social, pero también, un estallido de diálogo y conversación ciudadana. Fue una demostración evidente para todos de la deuda de conversación que acumulábamos, también de la oportunidad que puede presentar para gestionar situaciones tensionantes y demandas ciudadanas.
La experiencia y el conocimiento acumulado en todas estas organizaciones e iniciativas de diálogo y conversación nacional podrían ayudar muchísimo a permitir que las promesas de mantener abiertos canales de diálogo constante del gobierno nacional sean no solo una realidad, sino que puedan efectivamente contribuir a una democracia más saludable en nuestro país. Muchas de estas iniciativas somos consientes de esta oportunidad e incluso, de la responsabilidad desprendida de seguir promoviendo el diálogo como elemento constitutivo de nuestro sistema político y dinámicas ciudadanas; estamos trabajando en la conformación de un ecosistema de diálogo y conversación nacional.
Y quizás en ese espacio esté una oportunidad fundamental para el país: conectar lo que hemos aprendido sobre diálogo y conversación ciudadana en los últimos años con la apertura de un gobierno que quiere hacerlo parte central de su relación con la ciudadanía. Nosotros estamos convencidos de esta oportunidad, ojalá el gobierno nacional también lo esté.