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Mientras el presidente Petro va a hoteles de lujo en Medio Oriente, el gobierno sigue recortando el presupuesto para el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF): 247.000 millones de pesos menos que en 2024. Todo a través de un decreto que quita recursos a otras entidades clave, así como a supuestos desórdenes en la contratación.
La medida ha afectado a todo el país, incluyendo a regiones vulnerables como el Chocó. Allí, existen madres que han tenido que renunciar a sus trabajos para asumir las crianzas de sus hijos por completo, porque los centros donde los cuidaban están cerrados. Para una región tan pobre, eso también implica que los pequeños se queden sin comer.
Para Medellín dejarán de recibirse 52 mil millones de pesos para 54 mil niños en condición de vulnerabilidad que tiene nuestra ciudad.
Mantener los espacios cerrados también implica exponer a los niños a las violencias que sufren permanentemente. A pesar de que la entidad diga que la atención ya inició en todo el país, los testimonios de las familias, docentes y cuidadoras afectadas no coinciden con lo dicho por las fuentes oficiales.
Esto ocurre a la par con hechos como el reclutamiento infantil por parte de los grupos armados, que ha crecido un %1005, de 37 casos en 2021 a 409 en 2024, de acuerdo con la Defensoría del Pueblo. Ese tema es para dedicarle otra columna, seguramente la próxima, pero no podía dejarlo pasar en medio de esta situación. En medio de todo, el ICBF convoca a “abrazatones” para rechazar el reclutamiento forzado.
Se supone que los derechos de los niños tienen prioridad en la Constitución Política de 1991, pero, como en múltiples ocasiones, la realidad está al otro extremo del ideal
El Gobierno se ha excusado en que el Congreso no aprobó su Ley de financiamiento, y el ICBF no da respuestas claras más allá de decir que extendieron la modalidad institucional, la que tiene más riesgo de inejecución, por ocho meses, y que pedirán al Congreso reinversión. Sin embargo, no es claro cuántos niños alrededor del país están sin atención.
Sí lo es que se necesita algo más que “abrazatones”, y que si el Gobierno se siente tan apretado debería dejar de derrochar tanta plata. Puede que recortar en los viajes del presidente sea irrisorio ante lo que es el presupuesto, pero es el mensaje que debería mandarse. El Presidente puede dormir un poco más incómodo en Dubai si es que hay niños que están sin atención en el ICBF.
Este Instituto debería ser una de las instituciones más fuertes del país. Lejos de eso, es una de las que tiene más problemas entre los que el desorden, la corrupción y los funcionarios mediocres -no todos, vale aclarar, hay quienes sí se preocupan por los niños- son apenas la punta del iceberg.
La falta de buenos resultados es entendible si se tiene en cuenta que hay funcionarios a los que cada vez se les recorta más el salario, tienen que trabajar en edificios en malas condiciones o incluso no tienen sedes en puntos estratégicos que les permitan atender a algunos sectores vulnerables. Que este Gobierno, o el que le sigue, reforme al ICBF: la entidad necesita inversión, no recortes, necesita transparencia, veeduría y funcionarios cada vez más capaces para enfrentar los constantes abusos a los que son sometidos los niños en nuestro país. La voluntad política tiene que venir desde el gobierno central, no sólo desde las administraciones municipales.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-mejia/