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Lo dicen, lo repiten. Cuidado con lo que manifiestas y le pides al universo, porque el universo puede sorprenderte. Cuidado con lo que deseas. Las palabras pueden ser peligrosas, y más si vienen del alcalde de una ciudad.
Dijo Federico Gutiérrez en un video que los derechos de los habitantes de calle no pueden estar por encima de los derechos del resto de ciudadanos. También lo vimos recorriendo las calles con “un mensaje claro: quien quiera recuperar su vida cuenta con nosotros, pero no vamos a permitir que sigan haciendo daño a las demás personas”. Porque, dice también, no se puede romantizar el consumo de drogas.
Las respuestas a sus videos y a las noticias sobre el tema parecen un incendio. Dicen: que los donen al zoológico, que tienen la ciudad vuelta nada, que son desechables, gamines, un estorbo y un peligro para la gente, que se necesita mano dura y control fuerte, que no estamos preparados para la conversación (eliminarlos).
Las palabras son peligrosas en una ciudad como Medellín, y en un país como Colombia, con antecedentes de limpiezas sociales, de Convivir, de paramilitares, de justicia por mano propia.
El periodista Pascual Gaviria mostró los datos: este año, según cifras oficiales, han sido asesinados 22 habitantes de calle, un 9 % del total de homicidios hasta la fecha en la ciudad. El año pasado fueron asesinados 49, el 13 % del total de 2023.
Un ejemplo, el caso del 26 de octubre, en Robledo, según un post de El Colombiano: tres personas en dos motocicletas grabaron el momento en el que hirieron a un habitante de calle con un machete. Lo llevaron a tiempo al hospital y sobrevivió, pero hubo sevicia en el ataque.
Por supuesto que es preocupante lo que ha pasado con los ataques de habitantes de calle que tiran piedras desde puentes y que han matado a cuatro personas. Qué miedo, claro, qué peligro, nos podría pasar. Por supuesto que la Alcaldía tiene que tomar medidas. Pero no se puede generalizar ni criminalizar ni estigmatizar a los habitantes de calle o reducir el problema a una romantización de la droga, que todo empieza fumando marihuana y vea donde terminan.
El problema es grave y necesita más que paños de agua tibia o espectáculos mediáticos. Cuál es la estrategia real. Porque aunque se olvide –digo, según los comentarios— son seres humanos. Y son ciudadanos. Incluso por ser ciudadanos es que si comenten un delito pueden ser juzgados como delincuentes.
Los habitantes de calle son una problemática en muchas ciudades del mundo, difícil de controlar. Claro que también distinta, no es lo mismo ser un indigente en Medellín que un homeless en Iowa City. Pero es un problema creciente e importante, que también tiene que ver con las sociedades que estamos creando y los temas económicos que nos mueven.
En la página de New York City Council, por ejemplo, se lee: “La indigencia es un problema nacional que ha alcanzado un nivel de crisis en la ciudad de Nueva York. Si vives aquí, te encuentras con esta realidad todos los días”.
Podríamos decirlo: Si vives en Medellín, te encuentras con esta realidad todos los días. Y ese es el punto del asunto ahora: que no podemos escondernos, taparnos los ojos y creer que no es una crisis, y que todo se reduce al consumo de droga.
El problema de indigencia es difícil de manejar y requiere de soluciones conjuntas. Buscando cómo se ha manejado en otros lugares del mundo encontré Housing First, un programa de varias ciudades de Europa. La explicación de qué es empieza así: es una asociación de organizaciones, fundaciones, gobiernos y expertos. Es decir, no es una solución de unos pocos. Como el nombre lo sugiere, proveen casas lo antes posible sin poner condiciones como abstenerse de drogas o alcohol, y está dirigido, sobre todo, a personas con problemas mentales, de salud o con abuso de sustancias. En general hablan de la importancia de integrar estrategias sociales.
Y no están buscando culpables o revictimizando.
En Medellín hay unas 8 000 personas en la calle. En un artículo de El Colombiano de mayo de este año, se lee que si bien no se actualiza la información de esta población desde hace cuatro años, la cifra del Dane para 2019 era de 3 214, pero que desde entonces organizaciones como Corpocentro estiman un incremento del 150 %. En los indicadores del Dane estaba que de los censados, el 37.7 % llegaron a esa condición por el consumo de drogas y el 28.7 % por problemas familiares. Ajá, no todos llegan por el consumo de drogas, hay más.
En Instagram también me encontré un post de un ex habitante de calle, Rubén Restrepo, en la cuenta de la Corporación Everyday Homeless. Dice que es beneficiario de los programas del estado desde la inclusión social y aplaude los programas de la Alcaldía de Medellín y lo que el Estado hace. Sin embargo, “creo firmemente que los que romantizan el problema son ustedes. El habitante de calle, como todos, es sujeto de derecho. Es una población vulnerable. Los habitantes de calle somos un problema de seguridad, de salud, de salud mental y hasta de imagen, pero ante todo un problema social y sobre todo humano. La verdad los románticos no dimensionan la brutal realidad que vive esta comunidad. No es el momento de buscar culpables y revictimizar. La culpa es de todos. La solución es de todos”.
Dice en un video Federico Gutiérrez: las cosas se tienen que llamar como son. Sí, alcalde, y la cosa es esta: cuál es la estrategia social y humana, sin estigmatizar y revictimizar, sin incitar a más violencia, para la crisis con los habitantes de calle. Porque no es fácil. Por algo en las últimas administraciones se ha hecho tan poco.
Esta es la pregunta con la que termina el post en el que habla Rubén Restrepo: “¿Qué va hacer el estado con los habitantes de calle?”.
¿Qué va hacer?
¿Qué vamos a hacer?
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/monica-quintero/