Se termina otro semestre académico y, en este punto, me gusta aprovechar el espacio dela columna para dedicar unas últimas palabras a los estudiantes del periodo.
Casi siempre, quienes transitamos ya por la adultez repetimos expresiones con tono dejuicio hacia los más jóvenes. Nada nuevo: cada época tiene sus propias consignas. Hoy,el discurso que predomina es que los jóvenes son frágiles e inconstantes; hipersensibles ydelicados.
Se dice que aquellos de la llamada “generación de cristal” tienen poca tolerancia a lafrustración, evitan el debate con posturas distintas y prefieren recurrir a lo que se ha dadoen llamar “cultura de la cancelación”.
Sin embargo, no son ellos los frágiles: el mundo entero es delicado, vulnerable e incierto;difícil de comprender para todos. Esos mismos jóvenes nos dan lecciones. Nos hanenseñado a preocuparnos por la salud mental, a tener conversaciones difíciles al respectoy a reconocer y expresar nuestras emociones con mayor apertura.
Tienen una alta conciencia social sobre temas como la diversidad, el género, el racismo oel cambio climático. Cuestionan normas sociales obsoletas o dañinas. Son conscientes deque el mundo laboral es cambiante y complejo, y por eso se adaptan con facilidad aentornos innovadores o divergentes.
Tal vez, el puente para comunicarnos entre generaciones sea fomentar, en unos y otros, el pensamiento crítico y creativo. Los adultos solemos confiar demasiado en nuestras“razones”, mientras que a los más jóvenes a veces los desbordan las emociones. Y sí, esa tensión no es nueva. Pero lo que sí es nuevo es que hoy tenemos más disposiciónpara conversar y aprender juntos.
En estos entornos tan complejos, el pensamiento crítico nos permite, a uno y a otros, sercapaces de analizar información contradictoria y tomar decisiones fundamentadas. Nosa yuda a fomentar la independencia de nuestro pensamiento para defender puntos de vista propios con argumentos sólidos. Nos permite conectar otros conocimientos y resistir anteslas manipulaciones.
Las sociedades cambian, evolucionan con matices. Si jóvenes y adultos aprendemos unos de otros, tal vez podamos comprender mejor la complejidad de la época en la que vivimos, para recuperar la esperanza y defender la dignidad de todos.
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/maria-antonia-rincon/