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Colombia y la hipocresía

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No decidí escribir en este espacio pensando en el tamaño de la audiencia ni en convencer a las personas de mis opiniones. Lo hago por tener un canal de salida para emociones y reflexiones que es bueno manifestar para no cargarse. Por eso escribo de temas públicos pero también privados, personales, profundos.

Es bueno recordarme eso porque muchas veces me siento lejos de los que creo que me leen. Veo en mis redes sociales y en personas conocidas, reacciones a ciertas noticias, veo cómo cierran bandas y se atrincheran, veo cómo se calientan los ánimos y siento que es poco lo que aporto porque, en algunos casos, puedo estar alejado de las banderas militantes, o por lo menos de las mayoritarias. Así ha sido casi siempre.

El enorme escándalo que han generado las investigaciones y declaraciones al rededor del hijo del Presidente de Colombia parece ser un nuevo round para eso que vengo expresando. Empujados por el espíritu político y con el veneno propio de muchos años de trampas, mentiras y maltratos, las mayorías han elevado barricadas desde donde salen a condenar o a defender.

Como si todo esto no se supiera desde la campaña, los petristas insultan a todos los que pedimos investigaciones serias que lleguen a la verdad y rompan con la impunidad que, históricamente, ha acompañado a los presidentes. En nombre del pueblo defienden lo indefendible y hablan de complots como si no existieran los hechos conocidos. Desde la campaña se sabía que ciertos clanes estaban llegando a aportar y se veía en las regiones la cantidad de recursos invertidos en cada evento.

Al otro lado, en los llamados más contundentes a renuncias, condenas sin juicio y cuentas de cobro, aparecen muchos de quienes gobernaron con los últimos 3 presidentes, en campañas con más plata y con escándalos enterrados gracias al poder inmenso que han acumulado en décadas. Se ven ridículos pidiendo la hoguera por asuntos que antes excusaban con un chorro de babas bastante parecido al que hoy usa la militancia petrista.

Y ahí aparecen unas voces minoritarias, impopulares, capaces de rechazar con contundencia estas prácticas, exigiendo consecuencias jurídicas y políticas pero en el marco de un juicio justo y transparente. Ni condenas precipitadas ni manipulación oficialista buscando impunidad. Voces que terminan pareciendo desconectadas del fervor del momento.

El gobierno de Petro está herido por muchas razones, empezando por el pésimo liderazgo que tiene. Está lleno de escándalos, de improvisación, de dogmatismo y de barras bravas. Es un gobierno más, ha perdido las banderas del cambio ante la inapelable realidad. Ahora tendrá, además, que defenderse de lo que pueda ir resultando en esta investigación. Necesitamos que funcione la institucionalidad. 

Dicho esto, hay que cerrar de una vez las puertas a la hipocresía y entender que estamos ante la oportunidad de construir una ética política que aplique para todos siempre, y no solamente al acomodo de a quien en cierto momento le conviene. Basta ya del inexpugnable dedo acusador cuando lo hace el otro pero el tapen tapen justificante cuando el que lo hace es mi amigo. Ya que vieron que no es tan bueno cuando se los hacen a ellos, deberían entonces dejar de hacerlo cada vez que pueden.

Una enseñanza sería: dejemos la hipocresía, cumplamos todos las reglas de juego de la democracia. Liberémonos del lastre de la corrupción que llega al poder a través de estas trampas en campaña.

No va a pasar.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-mesa/

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